lunes, abril 16, 2007
Hubo una fiesta en mi casa. Mario consiguió un par de botellas de algún negocio turbio o sepa la chingada. Estábamos muy tranquilos el Meño, Mario y yo tomándonos la de Brandy (la otra era de Tequila), según eso haciendo tiempo para ir a la casa de Gaby donde nos esperaba el Choco. Yo no tenía ganas de ir, no tengo nada que platicar con Gabriela, es más, creo que nunca, desde que la conozco, hemos cruzado más de 5 palabras corridas.
Además, prefería estar con Miriam, probablemente cogeríamos y pues la elección era obvia.
Por ahí de las 11:30, a punto estaban de irse cuando Manuel recibió una llamada. Era Jimmy, un amigo de mi carnal (que esa misma noche cumplía años) buscando fiesta. Le dijeron el plan, pero como no sabían dónde era la casa de Gaby, quedaron de verse en mi casa para partir de ahí. En fin, iba a ser el cumpleaños de mi carnal y quería realmente darle un abrazo.
Yo no estaba pedo, hacía rato que había dejado de pistiar (desde que se acabó el Brandy) y como que me quería entrar la cruda (¡Gol!).
Cuando llegó mi hermano y todos sus amigos, ya traían tremenda fiesta. En el momento en que mi hermano cruzó el umbral de mi casa, el reloj marcaba las 12:00 en punto y todos estallamos en jubilo felicitando a mi carnal. Jimmy llegó con una guitarra Fender Stratocaster que entre todos le regalaron. Y la fiesta continuó en mi casa. Botellas de Whisky y un montón de chelas (más la de Tequila que bebían Meño y Mario) y el Ipod con una lista que entre todos programábamos.
Mientras tanto, el Choco platicaba sobre cosas interesantísimas y trascendentales con Gaby y su mama antes de llamar para ver dónde estábamos, y le dijeron que ahorita nos íbamos todos para allá, aja, ahorita. Pasaron los minutos y el Choco llegó a mi casa junto con Gaby, traían cara de muy pocos amigos, y yo con cara de muchos amigos que fumaban, tomaban y reían por todo el lugar.
Pero una vez ahí, no se la pasaron tan mal, todo el mundo platicaba y las conversaciones se entrecortaban formando nuevas conversaciones y todas esas cosas que pasan en las buenas fiestas.
Jimmy llevaba una playera de Spider- Man, estaba chida porque a mí me gusta mucho el arácnido, pero esa playera ya la había visto en Sara y esa tienda me caga la madre. Yo también tenía una playera de Spidey, pero la mía era como su traje, pero en mangas cortas, así, igualita. Esa playera la conseguí una vez que fui a Villahermosa a visitar a mi amigo Anuar y según eso, a buscar trabajo; no lo encontré (el trabajo), pero que bien me divertí con Anuar. Un bato llamado Hiram la tenía y cuando la vi, supe que debía ser mía, así que se la cambié.
Cuando le conté esa historia a Jimmy y le mostré la camisa, me dijo que se la vendiera. No sé, tiene un valor muy especial para mí, le dije.
Que está bien perra y que no había otra igual, decía. Y entonces le propuse intercambiar camisetas. Era justo, la playera tenía n origen rolatorio y ambas eran de Spider-Man, así que el trato estaba marcado por el destino.
Además, esa playera nunca me la ponía, solo cuando fui a ver Spider-Man II al cine y ahora Jimmy será ahora el que se va a ver como un idiota, ñoño y nerd.
La fiesta se acabó como a las 4 de la mañana y los aferrados que quedaron se amanecieron en la casa de mis padres festejando el cumpleaños de mi hermano.