Feliz día de las mujeres
miércoles, marzo 08, 2006
Nunca he sido partidario de apoyar los días festivos como el del amor y la amistad y todos esos, ya saben. Y no es que también apoye un día como éste, pero no sé, a mí me gustan las mujeres, me gustan un chingo, las amo aunque nos hagan la pinche vida de cuadritos y no se entiendan ni ellas y me de asco su menstruación y siempre estén chingando la madre, pero son hermosas y ni modo de andar por la vida cogiéndose hombres (ni que fuéramos griegos de la antigüedad). Por eso a todas la mujeres del mundo (o de jodido a las que visitan este humilde blog) les dedico con todo mi amor este sentido poema que es mi favorito.
Pienso en bisontes y ángeles, en los sonetos proféticos, en el refugio del arte. Y ésta es la única inmortalidad que tú y yo podemos compartir, Lolita.
Pequeña nínfula que acaricias tu barriga
Como si acariciaras tus senos, acariciando tu vientre.
Eres quien incita mi imaginación en la fría soledad de la noche extranjera.
Yo, que vi nacer tu pubertad, como una flor que se abre al alba de la vida. Enamorados eternamente en los confines de nuestro subconsciente.
Tu, mi musa, mi hada que aparece en los inicios de mis sueños húmedos, combinados con las fantasías de mis perversiones.
A pesar de que tu presencia me enerva, en mi imaginación eres el ángel que renuncia a la eternidad a cambio de los placeres prohibidos de la carne.
Te amo y te amaré eternamente a pesar de que tus imágenes incineren mi alma en el infierno. Dichoso cambiaré mi alma a cambio de tus frías insinuaciones, de tus reprimidos deseos, de tus prohibidos anhelos, porque lo sé, sé bien que tu me amas también, lo sé mejor que tu.
Quisiera gritar tu nombre. Quisiera eyacular mis sentimientos sobre tu cara, quisiera besar tus labios hinchados por la sangre de mis emociones.
Mas voy a sublimar sin sensaciones, al inmenso imposible. Y que al menos, dentro de mis sueños, esto nunca termine.
Otro robará tu cuerpo seguramente, pero me conformo con la certeza de que fui el primero en ver tu cuerpo desnudo, sin malicia y sin remordimientos, recordando una risa picara por mi imprudente intromisión. Mis furtivos atisbos a tu inocencia virginal y tu conciencia de saber que yo te estaba observando. Te amo y te amaré eternamente.
Mi lolita, mi amor. Luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse en el tercero, en el borde de los dientes, Lo-li-ta.