212RMX 2011
lunes, septiembre 12, 2011
La gente hablaba de música en todas partes, y la marabunta se desplazaba de un lado al otro.
Hermosas muchachas tapatías deteniéndose para tomarse las fotos que saldrían en el Facebook
al día siguiente, un montón de estudiantes extranjeros y dos tres chilangos (o queretanos, creo que
se vinieron 3 camiones de allá) y la juventud tapatía tomando la calle por la música.
El festival comenzó a las 4 de la tarde pero para cuando llegamos ya estaba tocando la Gusana Ciega y al parecer rockeaba porque se escuchó el estruendo de la multitud a varias cuadras de distancia.
En cambio, caímos a Guadalupe Zuno donde tocaba Play & Movil. La neta, el bato de Liquits me cae gordo y en lo personal, no me prendí tanto, aunque fingía hacerlo. Sus letras están bien pendejas pero su música es alegre, como para echar desmadre, y lo lograron, porque hasta se armó un pequeño slam, pero era más bien porque la gente quería cotorrear ya que se veían bolitas de amigos brincando y levantando las manos por todos lados, hasta con la música ambiental.
El ambiente era bueno y la vibra positiva. Quien haya estado en alguno de los festivales musicales gratuitos que se realizan en Guadalajara, sabrá lo que quiero decir. La Fiesta de la Música es el antecedente inmediato que instauró el actual formato del 212, el tomar la calle de Chapultepec y a lo largo de varios escenarios, darles un espacio a las agrupaciones emergentes de la ciudad de Guadalajara. El otro es el Rock por la Vida que presenta a lo mejor del rock nacional y un headliner de peso internacional, pero que, en cambio, requiere de un boleto gratuito a un sitio de acceso contralado, que se consigue sin mayor problema en Máxima 89uno. El 212 es el festival radial callejero al que van las bandas que no están comprometidas con Alejandro Tavares y es realizado en base del esfuerzo de su némesis (su Superman bizarro), Gonzalo Oliveros y su equipo.
Estamos hablando de un visionario, de un workaholic que dedicó día y noche, horas de sueño y stress para hacer su sueño realidad y materializar uno de los eventos más importantes en el panorama de la música nacional actual. Alrededor de 40,000 personas según cifras de Mural y más de 70,000 de acuerdo a Milenio, en realidad era un mar de gente y Chapultepec le quedó chico al 212, por que la fiesta se desbordo. Si bien, se pretendía despertar conciencia para no dañar las jardineras del andador, los jardines de los edificios aledaños, especialmente en Niños Héroes y Justo Sierra, sí fueron estropeados, demasiadas cocheras utilizadas como baños por huevones que no pudieron hacer una cola de a lo mucho 4 personas para mear en los baños portátiles.
Frente a la librería Joseluisa, un dj ponía techno y unos morros bailaban breakdance, le hacían al payaso, pero le echaban ganas. Regularmente en estos festivales callejeros, ya para las horas finales, se ve a mucha gente borrachota, casi casi chupándose el cartón de chelas o con los pomos, chesco, hielos y botana. Pero esta vez no tanto, claro que había mucha gente con un par de cheves clavadas, pero el ánimo no era de atascarse. Gonzalo se hartó de repetir que su festival era una invitación a cambiar el epicentro (¿el epicentro de qué? ¿De la centralización de los medios de comunicación en el país y que se hubiera escogido a Guadalajara como una alternativa cosmopolita al Distrito Federal, emulando festivales como el Austin City Limits? Sin guardar comparaciones, no tienen nada que ver las bandas que se presentan en ACL con las del 212RMX, pero por muy jodidas o buenas que hayan sido los grupos que tocaron en Guanatos, es lo mejor que hay en el país), como una movilización ciudadana que se manifiesta con música contra la situación de inseguridad de México. Una enorme fiesta en la cochera de tu casa.
Fuimos a Morelos a ver a Vicente Gayo, quienes habían repartido calcomanías en la calle durante la semana. Ahí estaba la hipsterisa colgada de la red de GdlLibre, actualizando su twitter (¿Cómo te explico que los hipsters no tienen Facebook [bueno, sí tienen pero no lo actualizan]?) porque la 3g de telcel funcionó como siempre. Su propuesta resultó de lo más atípica en un festival que pretendía revivir muertos, como la Lupita y el Gran Silencio, con sonidos arrítmicos y distorsiones sintéticas y de guitarras que se rasgaban al ser tocadas con las baquetas de la batería. Pedían la participación del público para que los acompañaran cantando, aplaudiendo y alzando las manos, pero la raza tapatía no se destaca por ser muy participativa, mas que con agrupaciones consagradas; medio los mandaban a la verga, y supongo que en el Distrito Federal les han da dar más bola porque son una banda de culto oey. Al mismo tiempo tocaba Disidente y según me contaron su presentación fue apoteótica y de lo mejor del festival.
De regreso hasta Niños Heroes para ver a Kinky, pero esta vez por Marsella, porque el gentío movilizándose en Chapultepec era realmente abrumador. Afortunadamente, en uno de los muchos bares aledaños donde la gente se des-engentaba, el litro de chela estaba a 20 pesos. Ya bien equipados, llegamos a donde Kinky y estaba literalmente a reventar y tuvimos que verlos de refilón en una de las calles aledañas.
La mayoría del público eran adolescentes que bailaban bien prendidos con los hitazos comprobados de los regiomontanos y pusieron a toda la masa a brincar. Un chingo de morras guapas bailaban felices y muchos más cabrones feos, los pocos que estaban guapos, eran maricones. Levantaban los vasos de cerveza en el aire festejando, la pinche juventud desbordándose por la música y soplaba un aire fresco que nos decía que ya había terminado el verano.
Mucho cansancio, muchas cuadras recorridas, mucha música escuchada, y mucha actitud rockanrolera, nos llevaron de regreso al lado contrario en Justo Sierra para ver al Gran Silencio. Pero esta vez nos regresamos en el carro, si encontrábamos lugar cerca del escenario nos quedábamos, si no, regresábamos a casa.
Afortunadamente llegamos justo cuando tocaban Tonta Canción de Amor y era un atascadero igual o peor que del lado contrario de la avenida. Pero las rolas del Gran Silencio todavía ponen a bailar y el grupo tiene una buena conexión con la gente. No es mentira, el Gran Silencio es la pura sabrosura, y un escalofrío recorrió miles de espaldas al entonar todos juntos, Duerme Soñando, y dejaron a la gente al tope, los que se subían a las marquesinas de los edificios, los que tomaron la calle como pista de baile y en los moshpits donde giraba el slam.
Después de ellos no se antojaba algo más que hacer, y aunque la presentación de la Lupita se antojaba intima, los escuchamos en la radio del carro de regreso a casa.
El festival comenzó a las 4 de la tarde pero para cuando llegamos ya estaba tocando la Gusana Ciega y al parecer rockeaba porque se escuchó el estruendo de la multitud a varias cuadras de distancia.
En cambio, caímos a Guadalupe Zuno donde tocaba Play & Movil. La neta, el bato de Liquits me cae gordo y en lo personal, no me prendí tanto, aunque fingía hacerlo. Sus letras están bien pendejas pero su música es alegre, como para echar desmadre, y lo lograron, porque hasta se armó un pequeño slam, pero era más bien porque la gente quería cotorrear ya que se veían bolitas de amigos brincando y levantando las manos por todos lados, hasta con la música ambiental.
El ambiente era bueno y la vibra positiva. Quien haya estado en alguno de los festivales musicales gratuitos que se realizan en Guadalajara, sabrá lo que quiero decir. La Fiesta de la Música es el antecedente inmediato que instauró el actual formato del 212, el tomar la calle de Chapultepec y a lo largo de varios escenarios, darles un espacio a las agrupaciones emergentes de la ciudad de Guadalajara. El otro es el Rock por la Vida que presenta a lo mejor del rock nacional y un headliner de peso internacional, pero que, en cambio, requiere de un boleto gratuito a un sitio de acceso contralado, que se consigue sin mayor problema en Máxima 89uno. El 212 es el festival radial callejero al que van las bandas que no están comprometidas con Alejandro Tavares y es realizado en base del esfuerzo de su némesis (su Superman bizarro), Gonzalo Oliveros y su equipo.
Estamos hablando de un visionario, de un workaholic que dedicó día y noche, horas de sueño y stress para hacer su sueño realidad y materializar uno de los eventos más importantes en el panorama de la música nacional actual. Alrededor de 40,000 personas según cifras de Mural y más de 70,000 de acuerdo a Milenio, en realidad era un mar de gente y Chapultepec le quedó chico al 212, por que la fiesta se desbordo. Si bien, se pretendía despertar conciencia para no dañar las jardineras del andador, los jardines de los edificios aledaños, especialmente en Niños Héroes y Justo Sierra, sí fueron estropeados, demasiadas cocheras utilizadas como baños por huevones que no pudieron hacer una cola de a lo mucho 4 personas para mear en los baños portátiles.
Frente a la librería Joseluisa, un dj ponía techno y unos morros bailaban breakdance, le hacían al payaso, pero le echaban ganas. Regularmente en estos festivales callejeros, ya para las horas finales, se ve a mucha gente borrachota, casi casi chupándose el cartón de chelas o con los pomos, chesco, hielos y botana. Pero esta vez no tanto, claro que había mucha gente con un par de cheves clavadas, pero el ánimo no era de atascarse. Gonzalo se hartó de repetir que su festival era una invitación a cambiar el epicentro (¿el epicentro de qué? ¿De la centralización de los medios de comunicación en el país y que se hubiera escogido a Guadalajara como una alternativa cosmopolita al Distrito Federal, emulando festivales como el Austin City Limits? Sin guardar comparaciones, no tienen nada que ver las bandas que se presentan en ACL con las del 212RMX, pero por muy jodidas o buenas que hayan sido los grupos que tocaron en Guanatos, es lo mejor que hay en el país), como una movilización ciudadana que se manifiesta con música contra la situación de inseguridad de México. Una enorme fiesta en la cochera de tu casa.
Fuimos a Morelos a ver a Vicente Gayo, quienes habían repartido calcomanías en la calle durante la semana. Ahí estaba la hipsterisa colgada de la red de GdlLibre, actualizando su twitter (¿Cómo te explico que los hipsters no tienen Facebook [bueno, sí tienen pero no lo actualizan]?) porque la 3g de telcel funcionó como siempre. Su propuesta resultó de lo más atípica en un festival que pretendía revivir muertos, como la Lupita y el Gran Silencio, con sonidos arrítmicos y distorsiones sintéticas y de guitarras que se rasgaban al ser tocadas con las baquetas de la batería. Pedían la participación del público para que los acompañaran cantando, aplaudiendo y alzando las manos, pero la raza tapatía no se destaca por ser muy participativa, mas que con agrupaciones consagradas; medio los mandaban a la verga, y supongo que en el Distrito Federal les han da dar más bola porque son una banda de culto oey. Al mismo tiempo tocaba Disidente y según me contaron su presentación fue apoteótica y de lo mejor del festival.
De regreso hasta Niños Heroes para ver a Kinky, pero esta vez por Marsella, porque el gentío movilizándose en Chapultepec era realmente abrumador. Afortunadamente, en uno de los muchos bares aledaños donde la gente se des-engentaba, el litro de chela estaba a 20 pesos. Ya bien equipados, llegamos a donde Kinky y estaba literalmente a reventar y tuvimos que verlos de refilón en una de las calles aledañas.
La mayoría del público eran adolescentes que bailaban bien prendidos con los hitazos comprobados de los regiomontanos y pusieron a toda la masa a brincar. Un chingo de morras guapas bailaban felices y muchos más cabrones feos, los pocos que estaban guapos, eran maricones. Levantaban los vasos de cerveza en el aire festejando, la pinche juventud desbordándose por la música y soplaba un aire fresco que nos decía que ya había terminado el verano.
Mucho cansancio, muchas cuadras recorridas, mucha música escuchada, y mucha actitud rockanrolera, nos llevaron de regreso al lado contrario en Justo Sierra para ver al Gran Silencio. Pero esta vez nos regresamos en el carro, si encontrábamos lugar cerca del escenario nos quedábamos, si no, regresábamos a casa.
Afortunadamente llegamos justo cuando tocaban Tonta Canción de Amor y era un atascadero igual o peor que del lado contrario de la avenida. Pero las rolas del Gran Silencio todavía ponen a bailar y el grupo tiene una buena conexión con la gente. No es mentira, el Gran Silencio es la pura sabrosura, y un escalofrío recorrió miles de espaldas al entonar todos juntos, Duerme Soñando, y dejaron a la gente al tope, los que se subían a las marquesinas de los edificios, los que tomaron la calle como pista de baile y en los moshpits donde giraba el slam.
Después de ellos no se antojaba algo más que hacer, y aunque la presentación de la Lupita se antojaba intima, los escuchamos en la radio del carro de regreso a casa.