miércoles, junio 02, 2004
La tarde de aquel martes Cesar y Gloria decidieron no entrar a la escuela y mejor salir a pasear al cerro del Tesoro.
Era un dÃa refrescante entre la calurosa primavera, las primeras lluvias caÃan sobre la ciudad que olÃa a tierra mojada y además cumplÃan 8 meses de noviazgo; todo el universo concatenaba para evitar pasar el dÃa metidos en un salón de clases.
-“Te voy a enseñar un lugar bien chido en el que podemos estar solos. Es una cuevita bien chida vas a verâ€�- DecÃa Cesar caminando entre los arbustos apresurado por llegar al lugar.
-“¿Una cueva? No manches, no me vas a meter a un hoyo inmundo ¿Verdad?�- Contestó Gloria disminuyendo el paso incrédula, pero siguió caminando mientras Cesar la tomaba por la mano.
Entre varias rocas habÃa un orificio subyacente de aproximadamente 50 centÃmetros.
-“Aquà es�-
-“¡¿Qué?! ¿Entonces era enserio? OlvÃdalo. De loca me meto ahÃâ€�-
-“Pasale, es seguro además te tengo una sorpresa adentro�- Dijo Cesar y de inmediato se metió ágilmente por el agujero. Después de unos segundos asomó su cabeza y extendió la mano
-“Vamos, no tengas miedo, yo estoy contigo�-
Gloria no querÃa entrar pero tenÃa curiosidad por conocer la sorpresa que le esperaba dentro y se metió.
Cesar en contubernio con su hermano habÃan preparado la cueva para aquella tarde especial. La caverna estaba adornada por ampolletas de luces fosforescentes que yacÃan en los desniveles de las paredes y que concurrÃan con la luz de un par de veladoras al lado de un sleeping bag tendido sobre la tierra del suelo. Cesar la esperaba con un par de sodas y una rosa.
-“Feliz aniversario Gloria, te amo�-
Para GlorÃa ese era el gesto más romántico que alguien le habÃa hecho jamás y se lanzó a los brazos de su novio.
Entonces Cesar comenzó a besarla, besarla mucho, haciéndole el amor sin quitarle la ropa, sin penetrarla, haciéndole el amor a besos.
Su barba le raspaba la cara pero ella lo besaba con la misma intensidad, babeando, comiendo de su lengua.
Cesar tocaba sus senos, sus pezones, apretándolos hasta que Gloria soltó un leve gemido, le jalaba un poco el pelo mientras besaba su cuello apretando sus ricas tetas, grandes, lamiéndole el cuello hasta las orejas.
Gloria se intoxicaba con su saliva, y cerró los ojos para no olvidar esos besos nunca jamás, para recordarlos en technicolor, para sentir que estaba chupando una paleta en forma de arcoiris, y al abrir los ojos, recordar su cara arriba de la suya.
Gloria le tocaba las nalgas, le encantaban sus nalgas blandas, las manoseaba cochinamente, y sentÃa su verga parada restregándose en su entrepierna.
Cesar desabotonaba la blusa mojada en sudor y sujetó a Gloria con los brazos por encima de su cabeza para empezar a mamarle los senos, sentÃa que casi se venÃa pero siguió bebiendo de sus senos, chupándolos, mordiéndolos, lamiéndolos y después volviendo a esa jugosa boca mientras la acariciaba por encima del pantalón.
Ella le sobaba la verga, le encantaba, querÃa sentirla dentro, pero por el momento sólo querÃa besarlo, besarlo eternamente, le ardÃan los labios por la fiebre, estaban super mojados. Lo empezó a besar a los lados de la barriga, Cesar tenÃa cosquillas o miedo de que lo mordiera o algo que sólo la pasión carnal podrÃa describir, un frenesà concomitante de sentimientos que se transmitÃan de un cuerpo al otro a través del los sentidos.
La acostó sobre el sleeping y le besó el oÃdo mientras le daba unos arrimones exquisitos, Gloria querÃa voltearse pero Cesar la detenÃa, la forzaba, le gustaba acariciar su espalda.
La verga ya no le cabÃa en el pantalón, Gloria se volteó y lo besó, realmente querÃa sentirlo dentro, querÃa mamarsela pero no lo hizo, sólo lo besó… sólo se besaron.
Unos cuchicheos interrumpieron sus caricias. La joven pareja no se habÃa percatado que fuera de la cueva concurrÃa un grupo de jóvenes.
-“No te detengas, ya mero te la ibas a coger sÃgueleâ€�-
-“Largense a la mierda de aquÃâ€�- Gritó Cesar mientras Gloria se escondÃa en lo profundo de la cueva, tenÃa mucha vergüenza. El que la hayan descubierto desnuda en un momento tan Ãntimo se equiparaba a la peor de las humillaciones.
-“Nel ese, si no te la coges tú, me cae que nosotros sà no la parchamos�- Se escuchó una voz diferente a la primera.
Gloria lloraba histérica paralizada por el miedo al ver que la poca luz del orificio de la entrada era cubierta con una silueta. Cesar, poseÃdo por una ojeriza que núnca habÃa experimentado en su vida, obcecado por la ira corrió a la entrada y le dio una patada en la cara al tipo que pretendÃa entrar.
-“Puto, ¡Me pegó! Ya se te cayó el cantón buey. Bang, bang, estas muerto pendejo�-
Todo se llenó de oscuridad, el acceso habÃa sido bloqueado con la basura que habÃa fuera de la caverna, papeles, llantas y hasta un equipal destrozado.
-“No te preocupes, sólo están fanfarroneando, no nos van a hacer nada, sólo quieren asustarnosâ€�- DecÃa Cesar para calmar a su novia, pero ni siquiera él estaba convencido de sus palabras.
Todo se llenó de silencio, aquella situación era psicológicamente agobiante.
Un denso humo blanco, espeso, comenzó a inundar la cueva. Los vándalos habÃan prendido en llamas el montón de basura que tapaba la entrada y ahora la caverna era una autentica cámara de gases.
-“Por favor, déjenos salir, nosotros no les hicimos nada, déjenos salir por Dios santoâ€�- Gritaba Gloria mientras las lágrimas que escurrÃan por sus ojos deslavaban su cara teñida en hollÃn.
Cesar la abrazaba desconcertado, petrificado por el miedo sólo se aferraba a ella.
-“Cof, cof, cof. Cesar, nos vamos a ahogar, nos vamos a morirâ€�- Gloria apenas podÃa hablar, su voz estaba entrecortada por la tos y el llanto. Pero Cesar no respondÃa yacÃa a un lado de ella dormido, anestesiado en un profundo sueño.
Desesperada, Gloria se abrió paso con sus manos a través del tapón de basura, no habÃa llamas por dentro de la caverna pero por fuera sÃ, y sus brazos sentÃan el ardor del fuego que consumÃa su carne, sin embargo el deseo por sobrevivir era mayor y maltrecha logró salir y sacar a Cesar al aire libre.
Sus manos sangraban y su ropa estaba toda negra, gritaba -“¡Auxilio, ayúdenme, ayúdenme!�- Mientras Cesar inerte vomitaba espuma de su boca.