Esoy Solo III Parte
miércoles, agosto 18, 2004
No me habÃa dado cuenta pero el TapatÃo agregó a un montón de nuevos Links (al menos para mÃ), con razón no he alcanzado a visitarlos todos.
Pinche TapatÃo, no sé como se atreve a hacer esas cosas sin mi consentimiento, ahora por desobediencia le voy a encargar que a partir del lunes postee reseñas sobre todos y cada uno de los links de nuestra lista, y como dice que tiene ganas de seguir escribiendo, que agarró buen ritmo, entonces no creo que le moleste, al contrario, creo que lo hará gustosamente.
CAPITULO III.- EN LA CASA
�breme la puerta estúpida ramera, llevo como media hora tocando el timbre. Ya no puedo esperar más. Quiero ir por mi pistola, subir rápidamente las escaleras sin hacerle caso a nadie, llegar a mi cuarto y tirar el colchón al demonio para poder recoger esa pequeña llave que abre el cajón de mi escritorio donde guardo mi revolver y asà darle en la madre a esta babosa.
-“¡Hola amor! ¿Por qué llegaste tan temprano?�-
Qué te importa y quÃtate pendeja, ¿no te das cuenta que tengo prisa? Te voy a matar. Que bueno que los niños aun no han regresado de la escuela, asà no tengo que matarlos a ellos también.
-“¿Qué tienes? ¿Por qué traes esa cara, te sientes mal? ¿No me vas a hacer caso? Pobrecito, has de haber tenido un mal dÃa en la oficina. Voy a prepararte la comida para que ya no estés asÃâ€�-
Cállate la boca estúpida, que no quiero ni verte. Tus palabras son sólo como murmuraciones que no puedo entender, como un sonsonete que resuena dentro de mi cabeza pero que no tiene ningún significado, veo que tus labios se mueven pero la ira ha aturdido mi entendimiento, sonidos vacÃos que no significan nada. No quiero voltear a verte a los ojos, te voy a mirar a los ojos después de que te suelte el primer balazo; quiero ver qué cara pones. Tengo que ir rápido por la pistola.
Estas escaleras parecen eternas y el maldito cuadro que cuelga en la pared al final de las escaleras me hace recordar lo inútil de mi existencia, es el cuadro de mi boda, el dÃa más infeliz de mi asquerosa vida. Vas a ver pendeja, ahora sà te voy a matar.
El cuarto está muy limpio y bien arreglado, como si con eso arreglara los años de sufrimiento que he pasado con ella. No me importa destender la cama para sacar la llave que esta debajo del colchón, ella ha hecho mi vida un basurero, asà que ni siquiera me voy a molestar en acomodar el colchón ¿Dónde está la maldita llave? Se ha de haber caÃdo con el colchón. Sà aquà está, debajo de la cama.
Ahora voy por mi pistola al maldito escritorio al cual estuve amarrado por tantas horas, y ¿para qué? Para trabajar, para mantener a los parásitos que viven en esta casa ¿A valido la pena todo mi esfuerzo, todo mi trabajo? Todo este tiempo que estuve pensando, que puse mi mente a trabajar para poder ganarme un maldito salario que apenas es suficiente para sostener esta casa, todo ese tiempo ha sido en vano, nadie ha sabido agradecérmelo. Es algo estúpido, no vale la pena encabronarme por todo lo que veo aquÃ, todo lo que hay en esta casa me trae malos recuerdos, todos mis recuerdos son malos, y ¿este es mi hogar? Maldita sea mi desgracia… Aquà está mi pistola, preciosa, negra satinada, hermoso instrumento de la muerte, el arma que dará mi libertad.
Con ella puedo disponer de la vida de las personas, tengo el poder de la muerte en mis manos. Que morboso placer es tomar la vida de los demás, me hace sentir tan superior. Tengo miedo, nunca me sentà tan poderoso, tengo en mis manos una herramienta que sólo sirve para matar, para nada más, únicamente para matar.
Ahora sà voy a matarte, sé que estas en la cocina, allà mismo te voy a chingar. ¿Qué ruido se escucha? Oigo voces que no sé de dónde vienen. Cállense, no me importa, no quiero escuchar nada, ¿De dónde vienen esas voces? ¿Qué me están diciendo? “Está mal, está mal�. Yo sé lo que quiero hacer.
Soy un estúpido, las voces vienen de mi conciencia, el maldito cuento moral que me enseñaron desde que era chico y que no me deja hacer lo que quiero libremente. Si nunca me hubieran dicho nada, ahora no tendrÃa conciencia. Soy un estúpido, a la conciencia no se puede callar, pero yo soy más fuerte que ella, que toda la moral que pueda existir, estoy más allá de eso, mis pasiones son más fuertes. No voy a ser yo mismo quien impida realizar mi propósito, nada va a evitar que la mate. No, las voces no están dentro de mÃ, parece que vienen de la sala.
Es la televisión, esta estúpida la dejó prendida, no quiero confundirme a causa de todos esos sonidos, voy a apagarla.
-“Vieja, destápame una cerveza y mete unas palomitas al microondas ¿no? Porfa�-
-“Amor, mejor espérate un ratito, ya va a estar lista la comida�-
-“No, no, ándale por favor, no seas mala y tráeme lo que te pedà ¿Sà flaca?�- Hay pocas cosas mejores que una buena dosis de televisión.
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