como me cagan las coristas de las canciones de Leonard Cohen

martes, noviembre 10, 2009

Camino por Chapultepec, mi zona preferida de la ciudad, muchas tardes me gusta perderme por calles por las que nunca he pasado o donde no suelo transitar, mirando las casas con hermosos jardines y me gusta imaginar vivir algún día en esta parte de la ciudad y andar con mi bicicleta por aquí y meterme toda la tarde a hojear libros en sus librerías, de cualquier modo lo hago, me meto a la Gandhi para ir viendo que libros me voy a robar en la siguiente FIL, aunque probablemente no lo haga, desde hace mucho años que he intentado quitarme esa maña, aunque no lo he logrado superar completamente. Sé bien que pudiera bajarlos, pero no me he acostumbrado a leer libros en la computadora, no sé, me parece absurdo, estoy acostumbrado a leer la mayor parte de los libros que consigo en el camión en mi cama antes de dormir, y la computadora no se me hace onda, aunque lo mismo pensaba de los comics y ahora me parece más fácil descargarlos y leer los archivos .cbr. Recuerdo que hace como tres o cuatro FIL´s me entró un frenesí descontrolado por robar libros y logré mi máximo record, ocho libros en un solo día, no podía parar, estaba rabioso, descontrolado, a cada stand que me metía nomás estaba viendo qué me robaba, había dejado de convertirse en un deporte y se había convertido en una cleptomanía desenfrenada, en algo enfermizo y patológico (¿Qué no es lo mismo? Creo que sí pero quería utilizar los dos adjetivos en la misma frase) y de ahí mi mesura en los años siguientes, como una especie de no perder la tradición. Esa actividad era algo de lo que solía enorgullecerme y se lo platicaba a quien pudiera hasta que una vez en un peda con Jis el monero, según yo queriendo lucirme, le dije que me había robado uno de sus libros y como que no le pareció ni gracioso ni aventurero, sino que era simplemente un pinche ratero, y después me puse a pensar en que si a mí me gustaría que me robaran alguno de mis libros publicados (que no tengo ninguno, pero espero algún día tenerlos) y pues la verdad no me pareció tan grave pero tampoco me causaría gracia y por eso le he bajado de guevos.

Pero no alcancé a llegar a la librería, unas cuadras antes de llegar, mientras esperaba cruzar la avenida un BMW de esos grandes, no de los deportivos, sino de estilo más cupé, se detuvo impidiéndome el paso, lo conducía uno de esos señores jóvenes, yupies, jóvenes empresarios exitosos, quien sintiéndose dueño del mundo no dejaba pasar a nadie más, se me quedaba viendo mientras se preparaba un trago de Buchananas con Red Bull, estaba acompañado de un par de morras quienes también pisteaban y a las que seguramente se iría a coger y una de ellas tenía un cigarro en la mano y me pidió un encendedor, se lo presté y justo después me pidió un cigarro, me dijo que me lo compraba en 28 pesos o bien, que si tenía podía acompañarlos a tomar un trago, pero sabe, sí tenía cigarros pero no quise compartirlos y a pesar de que con uno de ellos podía comprar una nueva cajetilla, no acepté.

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