Luna Conejo (1ra parte)

viernes, mayo 23, 2014

Estoy pasando por momentos difíciles, no tengo novia para satisfacer mi deseo constante y mis amantes nunca se acercan a los niveles de necesidad. Además, estoy enfrascado en un trabajo donde corro el riesgo de ser tachado de incompetente. 

Trabajo de vigilante en una montaña cuidando un amplio terreno sembrado de aguacates, supuestamente estoy involucrado en un proyecto para hacer del lugar una granja con hortalizas orgánicas, un estanque con peces, captación de agua de lluvias y construcción de un centro de capacitación para enseñar lo que haremos con este lugar. Todo suena hermoso y amistoso con la naturaleza, pero el proyecto avanza muy despacio y el puesto de líder de proyecto para el que me contrataron poco a poco se ha devaluando al del vigilante del huerto. Como tal, no me ha quedado otra opción que conseguir la cerveza y el alcohol más barato para ver crecer los frutos del aguacate y el desarrollo del proyecto.

El dueño del bisnes es un tipo inseguro, presumido, intolerante, incómodo y con un poco de educación militar ya que hay en su familia algunos generales o wachos de alto pedorraje. Tiene una agresividad inofensiva y tengo que soportar alguno que otro insulto barato. Fue educado para mandar y hacer prácticamente lo que le venga en gana.

Pero mi jefa es la mujer más trabajadora y bondadosa que he conocido en mi miserable vida, sus pensamientos y acciones son lógicas y avanzadas. Trabaja con bondad y produce frutas y verduras orgánicas para una empresa que no le interesan ni la bondad ni los cuidados a la madre tierra. Vende sus cosechas con esmero a gente adinerada que acuden dos miércoles de cada mes a las afueras de uun restaurante francés donde montamos un mercado ambulante orgánico.

Mañana es miercoles y los acaudalados podrán sentirse como si fueran a misa para hacer comunión con la pachamama y piensan que al comprar estos productos sus almas están salvadas. Hablarán orgullosas de lo lindo que es comer sano y contribuir con la naturaleza.

Es divertido ir a esos tianguis, siempre caen bien los cambios de rutina. Me gusta verlos en su hipocrecía, no creo en su bondad ni su consternación por el planeta, pero casi nunca digo nada, los largos días en silencio en las huertas de aguacate me hacen sentir como si no pudiera encajar con el resto de la gente, si no pudiera establecer una comunicación personal más allá de la transacción comercial de las verduras.
Pero la mejor parte son las miradas indecentes que florecen sueños despiertos con las clientas que acuden fieles a comprar, en su totalidad mujeres guapas guapas que hacen el mandado, señoras acaudaladas de la ciudad de Antigua Guatemala, criadas y algunas chicas hipsters que estan en la onda vegana orgánica y que tienen la capacidad adquisitiva para comprar nuestros productos.

Mis patrones me han tratado con flexibilidad para salir del terreno, pero la mayor parte del tiempo paso un buen rato solo y a mi mente le da por divagar constante. Pienso mucho en mujeres, en las clientas que proveen la mayor cantidad de mis cosechas masturbatorias, pero tambien pienso en una sociedad nueva y más equitativa, fantaseo con historias y posibilidades que nunca llegan a pasar y filosofeo hasta que puedo materializar imágenes durante las lárgas caminatas por los perímetros del huerto. Últimamente creo haber encontrado respuestas para cuestiones como la vida y la muerte, pienso en ciclos, en edades, eras y todas esas cosas. En los errores me han acompañado y me han ayudado a llegar hasta este punto. Me caen revelaciones de que los vientos están a mi favor y que pronto conoceré a  una mujer que me conquistará con su candor.

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