Del otro lado 5

viernes, abril 17, 2015


Era uno de esos días raros en los que no se sabía lo que iba a pasar, un rato hacía un calorón de los mil diablos, como en Culiacán decía Trujillo, y al momento, el cielo se nublaba y se dejaba venir un aeronazo que anunciaba una lluvia indecisa.

El tráfico se hizo más denso después de pasar los estudios de televisión del canal 6, donde hacen Sixto en vivo wey, siempre he querido ir a ese programa, dijo el Javis. Banderas de Chivas y Atlas ondeaban en el lento avanzar de los carros, el padre de una familia que viajaba en un spirit blanco adelantito del vocho, le gritó a un grupo de atlistas que caminaban por la banqueta, ¡Pinchis margaritas mariconas! mientras hacía como que contaba las estrellitas alrededor del escudo de la playera de su equipo, los chicos del atlas habían salido calientitos del partido y aventaron al carro los botes de cerveza a medio tomar; el del spirit ordenó a su esposa e hijos que subieran los vidrios de las ventanas, los rojinegros alcanzaron a arrebatarle la bandera tricolor que el hijo ondeaba en la parte trasera del carro, ante la imposibilidad de avanzar en el tráfico atascado. 
-Ah cabrón, pues hoy fue el clásico, ponle en el canal 58 para ver cuanto quedaron. 
-No mames, el radio no tiene estación 58- dijo Marquillo. 
- Es en am pendejo- intervino el Javis mientras sintonizaba hábilmente el estero.

El comentarista, de notoria afición atlista que no podía esconder, hablaba apasionado sobre el gran partido que se acababa de celebrar en el coloso de la Calzada, en el que a pesar de haber terminado empatados, como en las últimas 10 ocasiones que se enfrentaron según las estadísticas, se vivió un juegazo con final a lo Atlas, dijo el locutor.

-Ya cámbiale a la verga loco. Puro Tomateros ¿Verdad Trujillo?- Dijo Marquillo.

-Oh, espérate wey- Contestó Edgar interesado en las palabras de la radio que se convertían en imágenes dentro de su cabeza donde su imaginación, recreaba con facilidad las escenas del partido.

Corría el minuto 93 del tiempo añadido, cuando Borgetti bajó de cabeza un centro largo, habilitando a Christian Domizzi que entraba al área, en un intento desesperado de Carlos Turrubiates por impedir que pasara el hombre o la pelota, pero núnca los dos juntos, se barrió por detrás del argentino quien exageró en la caída. El arbitró corrió hacia él, amagando con sacarle la tarjeta amarilla al ex de Rosario Central y Newells al considerar que había fingido la falta.

Los atlistas seguían rodeando amenazantes el spirit blanco, la familia estaba asustada pero ninguno de los carros alrededor se atrevía a intervenir, solo miraban con morbo e indiferencia.

Pero el abanderado corrió hacia el silbante para corregirlo indicándole que sí había sido penal. La mitad del estadio enloqueció dejando mudo al chiverío con las fanfarrias seguidas del grito ¡ATLAS! Eh loco esa madre es del beisbol, dijo Abelino.

Mejor final de juego no se podía tener señores, dijeron en la radio, pero cuando es a lo Atlas, así como se puede ganar en el último minuto, también se puede perder, o empatar como en este caso. El propio Domizzi agarró el balón y se dispuso a cobrar desde los 11.15 con sobrada confianza, corrió con paso calmado amenazando con disparar a la derecha, engañando al portero Zuñiga quien recostó a su costado intentando adivinar, pero de último momento picó la bola a lo Panenka, la pelota parecía ir en cámara lenta, de cucharita hacia el centro de la portería. El Pulpo, reaccionó en el último segundo atajando a una sola mano para después hacerse del balón todavía acostado en el pasto. La afición chivista se puso como loca festejando el empate como si se hubiera tratado del campeonato.

Los del Atlas siguieron su camino mientras incendiaban la bandera de chivas que le arrebataron al niño, dejando el carro con algunas abolladuras y cristales cuarteados.

A Edgar le gustó la personalidad de ese equipo, y supo que le sería fiel para toda la vida. Era muy fácil irle a un equipo como Chivas, con todos sus campeonatos conseguidos por puros mexicanos. En cambio escoger al Atlas, implicaba sacrificio, sufrimiento, frustración, sentimientos con los que sabía convivir muy bien, pero también el gozar de las victorias efímeras como los pequeños placeres de la vida. Algo muy parecido al amor de las canciones románticas que su madre solía poner en Fórmula Melódica mientras hacía el quehacer.

continuará...

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Del otro lado 4

martes, marzo 31, 2015

Habían pasado la primer semana de vacaciones repitiendo la misma rutina todos los días; a Edgar y Javis no le molestaba pasar la mayor parte del día jugando Street Figter y las Tortugas Ninjas en casa de Fernando, pero también tenía a su completa disposición en vocho del 86 en perfectas condiciones, con la condición de ponerle gasolina y con la coperacha sacaban hasta para unas caguamas y una cajetilla de cigarros. Edgar nunca ponía dinero, las contadas ocasiones que su padre le daba algo era cuando encontraba unas monedas en el sofá donde su papá se quedaba dormido si es que ese fin de semana dormía en casa, donde eran común las amanecidas. Pero ninguno de sus amigos le recriminaba nada, y Javis, quien era el único que trabajaba, seguido hasta disparaba los tacos.
            -No hay pedo vato, yo picho- Decía siempre Abelino como si no le pesara quitarse la chamarra para prestársela a su amigo, en una tarde que de repente se puso fresca en la daban vueltas por la colonia gritándole a la gente, cosas que intentaban ser graciosas.
           -¡Ya déjala güevon! – Gritó el Marquillo por la ventana a una pareja que se besaba en una esquina esperando la combi.
Generalmente venían hablando de las pendejadas cotidianas que pasaban en el momento, pero Edgar, en agradecimiento por haberlo ayudado a recuperar su walkman, les había grabado un mixtape variado, con canciones que fueran del gusto de todos.
1.- High & Dry - Radiohead                7.- La Culebra- Banda Machos
2.- Una página más - Los Baron de Apodaca    8.- Nirvana - Territorial Pissings
3.- control machete-    Andamos Armados        9.- Caifanes - La celula que explota
4.- Montañas de Agua- Babasonicos        10.- Ice, Ice Baby - Vanilla Ice
5.- La Tapatía - El Personal                11.- molotov- Mas vale cholo
6.-Chalino - Flor Margarita                12.- Dos monedas- Ramon Ayala
Después de algunos minutos de silencio en lo que se daba vuelta el casette estaba una canción oculta que no estaba en la lista de la caja dibujada con una pluma de tres tintas, Alive de Pearl Jam y todos se ponían a menear la cabeza mientras cantaban:
“ohhh ahhhhh ahhh I stay alive ohhhh ohh ohh ahhhhhh ahhh I stay alive…”
. Pero la mayor parte del tiempo se la pasaban, zorreando a las mamacitas de barrio y hablando de calenturas.
-Vamos a Plaza del Sol-
-Nel, está bien lejos-
-Al cine a ver Batman
-Que gueva, Fernando tienen las películas chidas cinco meses después que salen en el cine.
-Bien poquito tiempo
-Ey
- A mi me vale verga mientras tenga mi caguama- dijo Billy al ritmo de la música que tronaba en el interior del vocho.
-Wey no mames, soñé que me fajaba a la Paty y que luego me pegaba unos güagüis– Dijo el Javis.
-Pendejo, hubieras soñado que te la cogías, porque no creo que vayas a logarlos ni en tus sueños, por lo visto.
-Yo soñé que me culiaba a tu mamá Abe– Dijo Marquillo
-Chinga tu madre wey, con mi jefa no te metas - La verdad, es que la jefa de Abelino era una señora muy hermosa, hembra sonorense que siempre estaba bien arreglada y no le daba verguenza mostrar su belleza como al resto de las ñoras tapatías.
-Es que la neta tu mamá tiene las chichis bien grandotas wey, bien ricas, bien jugosas.
-Ricas y jugosas esas plebitas. Hola mamacitas A dónde van tan solitas, si quieren les damos rait. Aquí se vienen, sentaditas en mis piernas.
-Simón, vénganse morras, a dar un paso mágico y misterioso por los confines cósmicos de esta ciudad- Dijo Javis, pero la neta, las morras solo se volteaban cuando Abe les hablaba, con su acento sinaloense preguntando sobre alguna de esas calles con nombre de número, pero de poco servía por la inexperiencia de fernando en el vocho que se le apagaba cada que disminuían la velocidad para acercarse a ellas.
Edgar sugirió buscar a Euri, no sabía dónde vivía, ni siquiera sabía donde era Jardines Alcalde, pero un presentimiento le indicaba que había probabilidades de que la encontrara, de cualquier forma, cualquier otro rumbo donde las calles no fueran como el centro.
-Amola, dále por Belisario hasta circunvalación- Javis conocía muy bien la ciudad  -por el canal 6-  interrumpió Marquillo a Javis, donde hacen Sixto en vivo- y de ahí le das para Tránsito y por ahí es- Fernando encendió un Marlboro Light y le subió a una rola de Nirvana que se salía por las ventanas.
 Continuara...

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Del otro lado 3

viernes, marzo 27, 2015

Para las vacaciones de Semana Santa Edgar ya se había hecho compa de muchos del salón que básicamente se dividían en los que le iban al Atlas y los de Chivas, que convivían en armonía hasta semanas antes del clásico, se armaban las cascaritas en los recesos, Edgar no sabía en cual equipo jugar; sus amigos del camino, al ser del norte, el futbol les valía madre y preferían el beisball. Fernando le iba al América, nomas por decir y porque en su cargo en el comité de deportes debía saber algo al respecto ya que junto con el profe de educación física, a quien paradójicamente le decían “el botas” por su gusto de la música de banda, debían armar la selección que los representaría en un torneo distrital de secundarias, en el que seguramente se toparían a los cucarachos de la 51.


El último día antes de las vacaciones la maestra de ciencias sociales, les pidió que formaran grupos de 3 y discutieran sobre el aborto y la eutanasia.
Pocas niñas le hablaban a Euri y los morros habían evolucionado el apodo de “jaladora” a “Panochita” debido a una ocación en la que se le marcó el camel toe en el short para la clase de educación física. Euri no daba importancia, se mostraba frívola e inmune a las habladurías, parecía que ni siquiera la molestaba, le valía madre y mataba el tiempo entre cambios de clases, arreglándose las uñas y leyendo la revista Eres. En realidad no era como la fama que la precedía, a Edgar no le fue difícil quedar en su equipo y se portó buena onda ante sus comentarios y la realización del trabajo se hizo amena y ágil, ya que también se había unido al grupo Nadia, “Nadia Tomaleche”, le decían por su rostro lleno de espinillas que se asemejaban a senos lactantes según los compañeros del salón, pero era de las más inteligentes de la clase.
Se enteró que Euri vivía en Jardines Alcalde, pero la empresa de su papá se encontraba por estos rumbos, por eso siempre venía alguien a recogerla.
continuara...

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Del otro lado de la calzada pt 2

viernes, febrero 27, 2015

En la calle, el sol calentaba la banqueta de asfalto y se podían ver las ondulaciones distorsionando el horizonte. Por ninguna de la rutas que había probado habían muchos árboles que hicieran sombrita en el camino para entrar a la escuela. Sabía que encontraría a los muchachos que le hicieron el paro para recuperar su walkman.
Por la tarde no había bronca, porque el viento fresco le permitía hasta ponerse el sweter verde para andar agusto. En el día hacía mucho calor y Edgar se amarraba el sweter por la cintura como sus héroes grunge. Al pasar por una cerca, un rotwailer asomó su enorme cara enseñándole los dientes intentando morderlo a través de los barrotes del cancel. Cuando se le bajó el golpe de adrenalina, tomó nota en su mapa mental de reconocimiento de la colonia, si quería sobrevivir ahí tenía que conocer el entorno.
    El único árbol del camino era un gigantesco que hule refrescaba la esquina donde unos morritos jugaban a ser inmortales, las raíces eran como troncos que levantaban la banqueta y llegaban a la puerta de un local de maquinitas de donde salieron los muchachos con unos refrescos en bolsita.


  • Hey que onda loco, caile con nosotros, amos pal mismo lado. ¿vives por aquí?
  • Simón -Contestó con timidez Edgar- Soy nuevo aquí, me vine a vivir con mi papá
  • Tus papás se divorciaron o qué
  • Calla imbécil, esas cosas no se preguntan. Disculpa a este idiota, soy Fernando Aldama- Se presentó el de la sonrisa de calavera, su trato era seguro y amable, Edgar ya lo conocía, toda la secundaria lo conocía, en parte porque era la segunda vez que cursaba el primer grado, además que formaba parte del comité de alumnos, su personalidad y seguridad lo hacían muy popular en la escuela- Él es mi primo Abelino que acaba de llegar de Tijuana.
  • ¿De Tijuana? yo pensé que eras de Sinaloa.
  • Cual Sinaloa pendejo- contestó Abelino soltándole un sope que no vió venir.
  • Hola yo soy Javier, pero me dicen el Javis, trabajo con mi papá en una tienda de electrónicos en López Cotilla, por eso te digo que está cagado arreglar tus audífonos- señaló los auriculares amarillos que descansaban en sus hombros, el cable recorría hasta dentro de su mochila.- Y este wey, es el Marquillos, el Cagón- Sin decir, agua va, Fernando le dió otro rápido sopapo en la frente..
  • Vete a la verga wey. Hay bien muchos de Sinaloa, se dejó venir el bandonón.
  • Esa fue por haber preguntado del divorcio. A este bato le pusieron el cagón porque un día se hizo caca en los calzones.
  • No me cagué pendejo, me eché un pedo con premio -los demás no pudieron aguantar la risa pero Edgar no lo hizo para acompañar a Maquillo en su silencio.
  • Y como le hiciste para limpiarte.
  • Deja eso, estaba bien lejos del cantón, habíamos ido a los cines de Revolución, y pos me metí al baño y me limpié con las trusas y las tiré a la verga
  • jajajajja- Y ahora si, Edgar no aguantó la risa- Yo hubiera hecho lo mismo- contestó y Marquillo le sonrrió con simpatía.- Yo soy Edgar.
  • ¿Y en qué salón vas?
  • En el A ¿Ustedes van en el D, verdad?
  • Ey, como supiste
  • Lo sospeché, el D es el de los Desmadrosos
  • Que pedo con el cucaracho del otro día, se quiso pasar de verga queriéndote robar tu walkman- Dijo javis.
  • Los de la 4 y los muertos de hambre de la 51 tenemos un pleito cantado desde hace muchos años. Es algo que se ha ido heredando de generacion en generación y es una rivalidad deportiva.
  • Además los de la 51 son chivas y los de la 4 atlas. Lo cual es una paradoja porque el Atlas no ha sido campeón desde el 51, o sea que tiene XX años sin ganar.
  • ¿Juegas Futbol? yo soy el consejal de deportes y estamos armando una selección para un partido contra ellos.
  • A huevo.
  • Te apesta.
  • Ven wey, súbete a la patineta, esta bajadita esta bien perra- dijo el Marquillo.
  • Nel, no sé andar en patín.
  • No hay pedo, te sientas en ella y nosotros te empujamos. Pásame tu mochila.
    Como si fuera una especie de rito de iniciación, Edgar obedeció sin mucha convicción, miró la calavera dibujada bajo la tabla, Zorlack alcanzó a leer antes de acomodar su  acomodando su trasero al final de la tabla y las piernas al frente. Los muchachos lo empujaban por la espalda hasta alcanzar suficiente velocidad para bajar la cuesta, las llantas de la patineta recorren el asfalto negro, Edgar se aferra a la tabla y su cuerpo se llena de rapidez, el sol le pega pleno en la cara y el calor se difumina con el viento que refresca su rostro sudoroso.


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Del otro lado de la calzada pt 1

viernes, febrero 20, 2015

Seguido los miraba caminar rumbo a la escuela del turno vespertino. Los de la tarde, chicos conflictivos que debido a sus malas calificaciones o problemas de conducta, no habían quedado en la mañana. Para Edgar era lo único que le parecía interesante entre la monotonía de una colonia que no le gustaba, las primeras veces que su papá lo llevó a la secundaria en su antiguo Impala en lo que se aprendía el camino a casa; a su padre le encabronaba que estuviera con los audífonos dentro del carro, y lo obligaba a escuchar antiguos casetes de Credence y los Doors. Todo era diferente, las casas eran viejas y las calles de asfalto negro, de los cables de luz colgaban zapatos viejos amarrados por las agujetas, los pocos árboles, enormes hules imponentes, levantaban las banquetas que los chicos utilizaban como rampas de patinetas, para después seguir caminando con ellas en el brazo.

Al principio creía que las cosas cambiarían en una nueva escuela en una parte desconocida de la ciudad, a su madre nunca le gustó visitar a la abuela paterna y fueron pocas las veces que la vio, así que a penas la conoció, su papá regresó a la casa cuando la abuela murió y su padres se divorciaron hacía años que para un niño de 12 era una vida completa.



Los chicos de la tarde eran muy distintos a los de su anterior colegio, comenzó a sentarse justo al chistoso del salón , quien pudiera hacer más tolerable la pesadez de las clases, las niñas formaron sus grupos según las que les gustaba Johny Deep o Leonardo Dicaprio, y los chicos según sus gustos musicales. Así como era del conocimiento popular que el turno vespertino era para los burros, los grupos escolares también tenían una clasificación en donde los del "A" eran los aplicados, el "B" de los buenos, el "C" los cerdos y finalmente, el "D" (Que en su anterior colegio era inimaginable que hubiera un cuarto grupo) eran los desmadrosos.

Al poco tiempo su papá dejó de llevarlo en el Impala y Edgar intentaba distintas rutas, muchas veces tomando desvíos innecesarios para conocer la colonia, y algunas veces se topó con los chicos del camino y en ocasiones los seguía de lejos, por la banqueta de enfrente oculto en el walkman que le había regalado su mamá, escuchando las canciones que grababa de la radio, colgando del clip en su cinturón y alguno que otro casete original y la música hacía que el rumbo no le pareciera tan desagradable.

Cerca de San Andres, en los límites de su colonia, encontró a varios chicos de otra secundaria, sus uniformes y ellos eran muy distintos, el café oscuro de sus sweters y chalecos, con la leyenda de "Secundaria Técnica 51" parecían combinar con el color de sus pieles, pero las chicas eran más atrevidas que las de su escuela, le buscaban la mirada que a Edgar le era imposible sostener, y le decían cosas que sus audífonos le impedían entender y volteaba al piso para concentrarse en la música acompañando sus pasos. De repente, sintió un jalón en sus audífonos y la música se interrumpió, tardó un par de segundos en darse cuenta de lo que pasaba, un morro de la técnica corría entre risas con su walkman en la mano.

Corrió tras él con todas las fuerzas que un chico que jugaba más videojuegos que futbol, podía tener. La persecución duró varias cuadras, en las que las risas del ladrón se transformaron en jadeos, el de la 51 volteba desesperado al ver que Edgar no se iba a dar por vencido, pero todavía le quedaba fondo y tomó dirección para alejarse de su barrio y que no ubicara por dónde vivía; Edgar no pensaba en nada, corría con desesperación sintiendo que sus pulmones ardían a punto de reventar, que se le iba la vida persiguiendo su walkman gimiendo del coraje por la injusticia de la vida.

Como si una secuencia de casualidades se materializara, las cuadras que el ladronzuelo corrió para alejarse, lo acercaron al momento justo en el que los chicos del camino pasaban en la siguiente esquina, quienes lo detuvieron cerrandole el paso: el morro se detuvo escamado y quiso esquivarlos, pero Abelino, quien miró a la distancia a Edgar desesperado, sujetó al de la 51 por el tirante de la mochila "Eitale a donde vas" deteniéndolo en seco. el walkman salió volando estrellándose contra la banqueta, Fernando le tiró una patada "Pinche cucaracho ratero jodido" que alcanzó a amortiguar con las nalgas intentando safar su mochila. Abelino lo sangoloteaba en el forcejeo y ante la lluvia de madrazos que comenzaban a caerle por parte de Marco y Javier, "Hazte a la verga cagado" dejó la mochila y cruzó la calle imprudentemente, haciendo que una combi del transporte público rechinara llanta para evitar arrollarlo y escapar.

Edgar caminó los últimos metros sin aliento, Javier recogió el aparato del suelo, el tallón en la carátula era notable y el reloj digital estaba estrellado, además, la tapa de las pilas salió volando y fue aplastada por la combi. Pero el mecanismo parecía funcionar bien.

-Lo bueno es que es el Sony Walkman Sports, son bien resistentes estas chingaderas, hasta puedes meterlos bajo el agua- Dijo mientras le devolvía los audífonos.

-¿A quien chingados se le va a antojar ponerse los audífonos dentro de una alberca?-Comentó Marco

-Es una pendejada- Agregó Fernando

Edgar se sentía contento por haber recuperado su música, pero con un culero sentimiento de derrota por el daño que había sufrido su objeto más preciado. No tenía porque haberle sucedido eso y las lágrimas de impotencia eran imposibles de parar. Avergonzado clavó su vista en el suelo y reanudó su camino a casa.

-Eh compa, no te agüites, mi papá los puede arreglar- Gritó Javier sin que sus palabras hicieran mucha mella.




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jueves, octubre 30, 2014


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Luna Conejo (7ta parte)

lunes, septiembre 08, 2014

En seis días volveré a ver a Esperanza y sabré si mi futuro va a cambiar de la ligera manera que lo imagino o seguiré este vórtice existencial en el que me encuentro atrapado. Fiusha es el color de mi situación, fiusha triste como el dibujado en el horizonte del atardecer en este lago rodeado de volcanes y montañas de tierra uterina.

Hoy me dejo dominar a mi manera mientras, flotando a la deriva en las aguas que reflejan los colores del cielo entre ondulaciones rosas y rojas, y miro que la del conejo esta al doble de su tamaño, apenas alzándose en lontananza. Me jala hacia ella mientras creo posibilidades en mi mente al ritmo del ligero oleaje, mientras la bóveda celeste ya es de azul casi morado y algunas estrellas comienzan a brillar en chisporroteos blancos. No me gusta pensar en lo que el destino me tiene preparado y qué tanto es determinación mía.


 Tenemos nueva vecina, en realidad es más antigua que nosotros en el hotel, pero como apenas coincidimos en tiempo y espacio sin paredes de por medio, solo conocíamos sus ronquidos y creímos que se trataba de un trailero desvelado o algo así.
Su nombre es Catherine, su cabello es rubio y sus ojos claros, es gringa madura que por quién sabe qué motivos personales de su vida la trajeron a Centroamérica a trabajar como mesera en un restaurant bar del que sale justo cuando comienza la fiesta, por lo que su horario biológico no coincide con nuestro horario nocturno, pero es una mujer interesante y nos trata con familiaridad invitándonos a que la visitemos en su trabajo. No es sexy y se ve que la vida la ha tratado muy mal, pero emana una confianza como si hacía rato hubiera dejado muchas cosas atrás.
José quedó de verse con Marisa ya que les quedan pocos días antes de que regresen a casa, y para como va todo, podría ser la única oportunidad de que consiga algo en este viaje.
Aplicamos la táctica de llegar elegantemente tarde con las chicas y vamos a visitar a Catherine sin sobriedad y con cerveza digerida, circulando por nuestras venas. Llegamos con la seguridad de los grandes y pedimos el ron más barato con la seguridad de los pobres.

¿Y ahora qué? El lugar está más muerto que mis aspiraciones en la vida y Catherine reta a José en un mano a mano de billar. El juego se comienza bueno, José inicia metiendo 3 bolas en poco tiempo, Catherine solo mete una. Yo no termino de entender que hace una mujer como Catherine en este lugar, mientras enfoca la bola roja apuntándose con el taco nos platica sobre su trabajo, y comienza a recitarnos el menú de memoria, imagino que tal vez huyó de una tragedia familiar, lengua en salsa verde, Catherine mete la roja en la buchaca de en medio y solo le quedan 3 bolas, un divorcio, José se inquieta y alcanza a empatar, la muerte de algún familiar cercano, chiles rellenos, espero ansioso que José pierda para jugar contra ella. A José le quedan dos bolas y a Catherine solo le falta la bola negra y pasan 3 turnos llenos de tensión en los que José recupera la desventaja y la tiene a modo para ganar y Catherine continua con el listado de platillos que recita en un español con marcado acento norteamericano y mi amigo falla. Ella esboza una sonrisa, estira su menudo cuerpo que estira graciosamente para alcanzar la bola con el taco, cierra uno de sus ojos y con firmeza retaca la 8 seca en la esquina ¡Gana!
Que felicidad siento por dentro, jugare contra ella.
José reniega y dice que fue trampa, me entrega el taco y se va a una esquina a mirar su celular. Yo estoy emocionado, y Catherine dice que lo hagamos interesante, si pierde, nos invita la cena, sino, pagamos doble. Pienso en frijoles negros revolcados y meto la primera, pepián de res, meto la segunda, chuchitos con atol, meto la tercera, güisquilitos con queso y meto la cuarta. Catherine no esperaba que su táctica del menú le funcionaria en contra pero fallo la quinta; ella solo mete dos, yo no meto ninguna después y ella tampoco. Arrocito a la cilantro, meto la quinta pero fallo la sexta, ella no mete y sin pensar en nada meto la sexta y séptima, ¡haaa que bien me siento! Catherine comienza a reponerse y mete tres al hilo, pero tengo la esperanza de José puesta en mí, aunque él esté más interesado en irse con las chicas y el juego le parezca aburrido. Catherine parece darse cuenta y como si lo hiciera a propósito mete la negra cuando aún le faltaban bolas por meter para terminar el juego. Sin embargo nos dice que la cena nos la llevará al hotel con las sobras del restaurant.

 Acompaño a José con las chicas aunque realmente no tengo ganas de ir, me hubiera gustado quedarme con Catherine, no es que me la quisiera coger, de hecho era algo raro que ni si quiera se me antojara, por lo que decido regresar y no entorpecer a mi amigo en el provenir de su noche.
Le digo a Catherine que la espero a que salga y miro las horas consumirse hasta que la veo acercarse con una sonrisa y me pide acompañarla a casa de un conocido, salimos del pueblo y caminamos bajo la luz de la del conejo por senderos entre maizales y cultivos hasta que llegamos la costa del lago, a una vivienda que parece estar sin terminar de construir, donde nos recibe un tipo bajito llamado Alvar, quien se porta demasiado amigable con Catherine y no deja de abrazarla y acariciarla propiciando el contacto físico cada que fuera posible. Me convencen de tomar aguardiente puro y la percepción se torna confusa, nos tomamos tres tragos más y Catherine no me desatiende, me mira con buenos ojos y se ríe sinceramente de 2 chistes míos, se muestra como una hembra alfa con dominio de sí misma. No estoy seguro pero tengo la impresión de que a los tres nos está cruzando el mismo pensamiento al mismo tiempo. Alvar absorbe de una cebolla de cristal y entre su risa sale en volutas de un humo intensamente blanco, que después comparte con la gringa. Comienzo a sentirme incomodo ya que el intenso olor potencia mi autismo y decido irme ante los intentos por detenerme. No conozco el regreso a casa y camino confundido y desorientado entre los maizales por lugares donde no hay caminos. Intento recuperar lentamente la tranquilidad y miro a mi alrededor para orientarme siendo muy evidente el enorme lago que luce imponente y mágico, iluminado por una luna que se duplica en sus aguas, solo tengo que caminar al lado contrario, alejarme de ese lugar.

El camino para llegar al hotel luce desolado, tétrico, además, olvidé que las llaves del cuarto las trae José, así que resbalo mi espalda en la puerta del cuarto. 47 minutos después me despierta Catherine en pijama, se ve muy bien en sus chorsitos color mamey, entregándome la comida que me prometió en el juego de billar, para regresar de inmediato a su cuarto. Justo al terminar de comer llega José con una aventura real y compartimos historias dentro del cuarto.

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