Una simple silla
lunes, septiembre 20, 2010
Hace aproximadamente un mes y medio me operaron de la rodilla, una rotura de ligamento de hacía un año por fin pudo ser atendida. Era necesario, no era capaz de correr ni brincar y una vida como minusválido funcional habiendo solución no creo que valga mucho la pena. Mi operación me la hicieron en seguro social y al contrario de todos los comentarios negativos que se suelen escuchar de propios y conocidos, en mi caso me fue muy bien y no tengo más que agradecimientos para los doctores, enfermeras y todas las personas que me atendieron en la clínica 89, muchas gracias.
La operación me dejó incapacitado un mes, un mes encerrado en mi casa. El plan era escribir, postear seguido y hasta hacer el intento de comenzar una pequeña novela, pero mi computadora se chingó y aun no he podido arreglarla, además mi ánimo no era el idóneo para escribir así que me puse a pintar una silla de madera que me encontré en una palapa abandonada la última vez que fui a la playa.
El pintar la silla me sirvió como terapia para el aburrimiento y para no convertirme en un estúpido que veía la televisión todo el día, aunque de cualquier forma mi cerebro se atrofió, no era capaz de tener una conversación medianamente interesante o que fuera de algún tema que tuviera que ver con algún programa de televisión, y sin computadora, no había música nueva ni películas ni todas esas bondades que ofrece el internet.
Esa silla era mi trabajo, mi obsesión, la miraba detenidamente por largo tiempo tratando de imaginar lo que haría en ella, y como la encontré en la playa, además que es como esas sillas que utilizan en Maruata, decidí que su motivo sería la playa y el mar. Después de hacer los bosquejos cada día administraba mis avances descasando los fines de semana, repintaba corregía errores y decidía sobre la marcha los colores a utilizar, además de que no sé nada de pintura ni teoría del color ni mucho menos cómo hacer para obtener otros colores ya que solo había comprado azul, rojo, blanco, amarillo y negro.
Fue muy divertido pintar la silla, me sentí un poco triste y vacío una vez que la terminé, creo que la silla fue el objeto donde deposité mi razón para vivir, yo sé que estoy siendo exagerado, pero así es como en ocasiones hago que funcionen las cosas para mí, dotando a las cosas de un significado mayor que el realmente tienen, y así fue como cada color que utilicé, cada figura, iba depositándole un significado personal.
Ahora he regresado poco a poco a mi rutina normal, escribo estas palabras desde mi trabajo, todavía ando en muletas y me restan 20 días más con ellas antes de caminar de nueva cuenta, tengo miedo, tengo miedo de regresar a la normalidad, se me ha hecho fácil el depender de los demás para hacer las cosas, el que me den ride para ir a cualquier lado, el no conducir, el que me cedan el asiento en el camión y el paso en las banquetas y el ascensor, y una vez que vuelva a caminar a correr, a brincar, ya no tengo pretexto para estar en esta agradable zona de confort en la que me he instalado y tendré que exigirme más cosas, entre ellas, el regresar a las canchas donde obtuve esta lesión.
Un agradecimiento especial a aquellos amigos que rolaron la mota para que la rehabilitación fue más aceptable y esto fuera posible.