Cuaresma

viernes, marzo 24, 2006

Leí el otro día este post de Conflictiva justamente cuando en mi mente pasaban un puño de divagaciones al respecto. Yo sí creo que Dios existe. Desde pequeño lo sentía alrededor de mí y me tomaba el tiempo para dedicarle algunas oraciones y principalmente platicar con él, la mayoría de las veces cuando tenía los problemas hasta el cuello pero también cuando todo estaba bien. Las puertas de mi casa siempre estuvieron abiertas a las personas que querían hablar de religiones; una vez fui a una misa de los Testigos de Jehová y hasta llegue a comulgar con los Mormones. Pero hubo un tiempo en que me dio por renegar de Dios poniendo en duda su existencia. Yo sé que igual y fue un capricho adolescente que se revelaba contra las religiones y cultos e instituciones y así comencé mi propia búsqueda de Dios. Lo encontré. Sin embargo no voy a ponerme a hablar sobre lo que Dios es para mí. No vayan a confundir que este post trata de moralizar o influir en las creencias de alguien más, creo que cada quién, a su manera, debe emprender su búsqueda y encontrarlo como sea. Y eso si quieren, pero si sus vidas están bien como son, pues entonces no hay nada que buscar.

Sin embargo, en esa búsqueda también me topé con una verdad personal que de alguna manera cambió mi vida. No hay vida después de la muerte. Claro que esa idea provocó hacerme responsable de mis acciones, es decir, disfrutar el tiempo que estamos aquí y todo eso, ya saben, valorar el momento y hacer que mi vida valga la pena. Pero por otro lado me quedé en una situación desprotegida y con un sentimiento de soledad que a veces me abruma. Extraño mis conversaciones con Dios, sentía que realmente alguien me escuchaba y al parecer eso se ha perdido para siempre junto con alguna especie de inocencia.


El otro día fui a una zona arqueológica cerca de Guadalajara, en el municipio de Teuchitlan donde se encuentran lo que llaman Los Guachimontones, seguramente las personas de esta ciudad han de haber escuchado sobre el sitio, y si no han tenido la oportunidad de visitarlo les diré que realmente vale la pena, está chingón, no tanto como Palenque o Teotihuacan, pero sí aguanta. Ahí mismo estaba reunido un numeroso grupo de New Agers (esotéricos, metafísicos y ya saben, toda esa onda espiritualidad light para yuppies) quienes recibían a la primavera para cargarse de energía y esas mamadas. Dudo mucho que un centro ceremonial de esa índole sirva a sus propósitos. Si los indios que habitaban esa zona estuvieran vivos, ser revolcarían en sus tumbas (tratando de salir), pero bueno, cada quién. Muchas señoras fresas (muy buenas, por cierto) vestían de blanco, con sus camisas de manta en onda hippie y huaraches, quemando incienso y adorando figuras de Buda y Gnomos, espadas, estrellas y símbolos extraños que a mi parecer eran incongruentes, pero no me hagan mucho caso pues yo no sé nada de eso y probablemente esté diciendo pendejadas. También había un grupo de indígenas que bailaban al pié de la pirámide y algo que me pareció chido fue que muchas de las personas se unieron a su baile haciendo un vistoso ritual lleno de buena onda. Yo solamente los miraba. Me puse a pensar en que la creencia de la gente en Dios había llevado a construir todas las pirámides del mundo, hermosas iglesias y ciudades en torno a su fe, y aunque es verdad que las religiones han destruido un chingo de cosas, también es cierto que han construido muchas otras buenas. ¿Y yo? “Tú solo ves a Dios en tus delirios sicodélicos y en las intoxicaciones etílicas” me dijeron y me sentí triste porque en gran parte eso es verdad.

Sé bien que no tengo que buscar a Dios, ya lo he encontrado en todas las cosas que me rodean y dentro de mí mismo, pero ¿dónde queda la espiritualidad? No pienso ir a misas y celebrar rituales chabacanos que se adapten a mis conveniencias. ¿Dónde está la espiritualidad? ¿En el amor, que de un minuto a otro corre el riesgo de convertirse en un odio profundo? ¿En la amistad? ¿En una canción que te acompaña en el ipod mientras viajas meditabundo en camión? ¿En una persona ejemplar? ¿En la naturaleza que no tenemos reparo en destruir a cambio del progreso? ¿En mis pinches cuentos pachecos? ¿En mi mismo?

No lo sé, de verdad que no lo sé y tal vez para muchos de ustedes les parece ociosa estas preguntas, pero a mí no, no me basta la fama, el dinero, meter un gol o tener un chingo de viejas, necesito algo más que no tengo y perdí hace mucho tiempo.

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