pinches ratas

lunes, enero 12, 2009



Por fin cayó una puta rata que sembró el terror en el patio de mi casa. De veras no entiendo de dónde chingados o cómo fue que se metió una rata en mi casa, el patio es muy chico y no hay baldíos cerca, las tapas del drenaje no están rotas y en las paredes no hay ningún agujero que indique que se pasó de otra casa, lo bueno es que jamás entró al interior de la casa e hizo del patio su territorio exclusivo, en fin, la primer vez que la vi fue en forma de una mancha gris que pasó rápidamente al borde de mi visión periférica y cuando fui a ver qué onda, escuche movimientos en las bolsas de la basura y un olor extraño y un tanto desagradable que seguramente muchos reconocen pero no sabían que era (Me recuerda a esa rola de los White Stripes “I think I smell a rat”). Lo primero que hice fue comprar un par de trampas de pegamento, ubicarlas cerca de las paredes y ponerles un jitomate al centro para que quedara atrapada, las ratas prefieren mil veces más, un buen trozo de jitomate fresco que un pedazo de queso, es un hecho comprobado; pero la muy puta salió mas cabrona que horrible y se tragó el jitomate dejando prácticamente intactas las trampas de pegamento, lo que llevo a que la bautizara como Stuart Despereaux Viramontes por su valentía y arrojo, después compré una jaula y le puse jitomate como cebo, pero al paso de dos días no se animaba a meterse, de hecho la vi contemplando de lejos el jitomate con plena conciencia de que se trataba de una trampa y la muy cabrona todavía volteaba a verme con sus tiernos ojitos negros y pelambre gris, como burlándose de mí, como si fuera más lista que yo. Finalmente tuve que acudir al veneno, la verdad no quería envenenarla porque probablemente se iría a morir a su madriguera pudriéndose y dejando un apestoso aroma aún peor del que ya había, pero ni modo, era envenenarla o matarla a escobazos, así que le preparé un banquete de salchichas partidas por la mitad, chorizo desmenuzadito, jitomate, but of course, y unas tortillas, condimentados con veneno y metidas y acomodadas minuciosamente dentro de una bolsa de plástico como si fuera basura, de hecho hasta hice todo el ritual para sacar la basura tratando de engañar a la pendeja.

Al día siguiente la encontré junto a la lavadora, su mandíbula inferior había desaparecido quedando únicamente un desparpajo de sangre y carne molida, supongo que se la destrozó en mordiscos por ella misma durante la euforia del envenenamiento. Me puse a limpiar todo el cagadero que había dejado (literalmente) y encontré la bolsa de “basura” vacía, se la había tragado todita, dentro de una bolsa de carbón que había en otra bolsa donde guardo mi asador era donde tenía su madriguera, lo que me hizo suponer que tal vez había llegado a mi patio como una pequeña cría dentro de la bolsa de carbón, pero eso no lo podré saber.


El sábado estuvo chingón el partido de fútbol, el primero del año, después de haber cerrado el año pasado peor que el Atlas y el América juntos, comenzamos 2009 decididos a ganar, pero las mismas pendejadas de siempre hacían parecer borroso nuestro destino, apenas éramos 8 jugadores y no había portero, pero afortunadamente un par de chicos cuyo partido acababa de terminar entraron a reforzarnos y ya entrados en gastos agarramos al árbitro que iba de salida y lo metimos de mediocampista, era bueno el cabrón, no bueno bueno, ni mucho menos un crack, pero corría por toda la cancha y repartía bastante juego, al contrario de nosotros que estamos acostumbrados de aventar el pelotazo a los delanteros para que ellos se la arreglen regateando defensas y a ver si en una de esas meten un gol. El partido fue ríspido todo el tiempo y los rivales bastante gritones y llorones, reclamaban todo y el árbitro pronto perdió el control del partido, afortunadamente ya habíamos conseguido ponernos adelante en el marcador con un gol en un tiro de castigo, y la solvencia defensiva mantenía nuestro arco en ceros, pero el juego ya se había calentado y que los rivales lloraban por cualquier cosa y comenzaban a caldearse los ánimos derivando en un conato de bronca que duró cerca de 10 minutos expulsando a un hombre por cada bando.
El segundo tiempo comenzó con el equipo contrario volcado en nuestra portería buscando el empate, pero la verdad no eran tan buenos y fácilmente recuperábamos el balón, yo ya había terminado de central reventando a la chingada cualquier balón que cayera en el área al grito de “arriba imperio”, pero en una de esas, no sé si tuvo que ver que no me había cortado las uñas de los pies, despejando un balón que buscaba nuestra portería, la prendí de tres dedos con rumbo a mi arco con un chanfle como el que le metió Roberto Carlos en ese gol endemoniado contra Francia, puta madre, la verdad yo ya la veía adentro, lo bueno es que el portero estaba bien ubicado y se aventó desviando con una sola mano a tiro de esquina, se lució el cabrón, la neta, jajajajaja a mi me dio de esa risa pendeja de nervios pero mis compañeros de equipo me veían con cara de “no mames”.
El árbitro no sabía ni donde estaba y a los 15 o 20 minutos del segundo tiempo decidió terminar el partido, la verdad fue lo mejor, porque íbamos ganando por su puesto, pero su actuación fue un desastre total y la mejor decisión era que se fuera a su casa a chingar a su madre. El otro equipo, caliente, empezaron a buscarnos y a provocarnos utilizando de pretexto que un árbitro estaba jugando con nosotros y hasta se metieron con las morras que venían con nuestra porra, pero pues nosotros tranquilos (se me hizo raro porque siempre andamos agarrándonos a chingadazos) habíamos ganado y era momento de celebrar. Una corona con limón y sal se convirtió en un desfile de caguamas y se fue a la chingada el primero de mis propósitos de año nuevo.
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Hasta eso pude aguantarme las ganas de fumar.

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