¿Dónde encontraremos al ángel? (parte 4)

jueves, diciembre 01, 2005

Señala la carta más cercana a mí, tiene el título de “El loco” y a diferencia de las demás no tiene número, es la imagen un señor que camina con una bolsa amarrada de un palo, como los vagabundos que salían en las caricaturas; se ayuda con un bastón para caminar y un perro juega entre sus piernas, tiene cascabeles en su sombrero.

—Qué raro, van cuatro veces que me salen casi las mismas cartas el día de hoy….Bueno— dice Valeria como pensando en voz alta.

—El loco no dice nada del presente o del futuro, es el origen de tu pregunta. Él es, obviamente, Horacio, y se aleja porque se siente confundido con el pensamiento y su corazón, no es capaz de razonar la situación en la que se encuentra y actúa por impulso. Representa el idealismo, la liberación, el mendigo sagrado, un bufón que huye. —la escucho atentamente— La muerte —Valeria señala la carta marcada con el número trece y que se encuentra a su derecha, es una calavera con una segadora, en el piso hay miembros mutilados que yacen sobre el pasto— es el pasado inmediato, un cambio drástico en tu vida, a lo mejor tú no la vez como buena, pero esta carta puede significar muchas cosas…

Valeria hace un silencio que parece eterno, comienzo a sentirme bastante incómoda— ¿Pero qué? —pregunto molesta— Valeria, por favor dime lo que vez en las cartas, no importa lo qué sea.

—Dime, Clara. ¿Cómo está tu salud? ¿Te has sentido bien últimamente?

—Por supuesto que no me he sentido bien, Valeria, siento que mi vida se cae en pedazos... —Estoy muy tensa, comienzo asentir un leve mareo— Pero pensándolo bien, Horacio tiene diabetes, dime ¿estará bien? ¿Se va a morir?

—No Clara, está carta no es sobre Horacio, es sobre ti.

Un escalofrío hace que mi cuerpo se ponga a temblar a pesar del calor en el ambiente —Pero mi pregunta fue sobre Horacio no sobre mí. ¿Cómo sabes que es sobre mí? ¿Me voy a morir?

—La rueda —continua ignorándome olímpicamente, se ve nerviosa mientras señala la carta más cercana a ella. Un molino en el que se sostienen dos gárgolas con rostros humanos, una de ellas con una espada en la mano señala el número Diez— es el presente, donde inicia tu futuro, el destino, la combinación de la libre determinación, la voluntad y el azar. El final de un ciclo. Es el presente, es éste preciso instante donde vas a decidir tu futuro, sin embargo, por el acomodo de las cartas y lo que me dice Raziel, sé que se trata de una enfermedad que has tenido siempre y que comienza a manifestarse. Veo mucha tristeza y confusión.

—No es posible que me digas esto, no sabes lo mal que me haces sentir, Valeria, me estás haciendo mucho daño —no aguanto más y comienzo a llorar— ¿Raziel? ¿Quién fregados es Raziel?

—Clara, discúlpame, hoy las cartas han estado muy raras, parece que predicen las historias de personas que de alguna u otra forma están relacionas contigo, en el pasado o en el presente, en el tiempo o en el espacio, todo se confunde; como si varios universos paralelos se manifestaran en relación a ti. Pero las cartas también hablan sobre tu vida, no sé cómo explicártelo y no quiero ser hipócrita contigo y decirte las mismas estupideces que les digo a todos mis clientes. No sé qué pasa con las cartas, si quieres podemos continuar otro día…

—No, Valeria, está bien –digo tratando con todas mis fuerzas de tranquilizarme y parar de llorar— dime todo lo que ves, toda la verdad.

Valeria apenas puede aguantarse el llanto y continúa —El diablo. Hay mucha confusión, miedos, inseguridades que no te permiten vivir con ellos y te llevan irremediablemente al arcano XIII, problemas psicológicos, drogas y sexo. Una lucha interior donde debes ser muy sincera para que las cosas salgan lo mejor posible. Representa la luz y la sombra y tendrás que ser más fuerte que tu sombra para que la oscuridad no te destruya. También veo a un hombre. No, no es Horacio —se adelanta a mi pregunta— es un ángel que cae literalmente del cielo y tiene estrecha relación con la última carta.

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