¿Dónde encontraremos al ángel? (parte 5)

jueves, diciembre 01, 2005

Mi hermana medita antes de continuar. Miro la carta y veo a un diablo bizco con cara chistosa, saca la lengua y su pecho luce senos femeninos, sus pezones y rodillas son como ojos humanos; de su espalda salen unas alas de murciélago y tiene garras en las manos y pies. Está parado en un pedestal, desnudo, mostrando su pene; dos demonios asexuados están encadenados al pilar. El Diablo sostiene una especie de cetro de rey. El número XV arriba de la carta.

La última carta se encuentra al centro de la cruz. Son un hombre y una mujer vestidos como de la edad media y hay otra persona en medio de “Los enamorados” que viste con una minifalda. En el cielo hay un cupido que flota en el sol y apunta su arco en medio de la mujer y el extraño hombre con falda. No sé quienes son los enamorados, si la chica y el chavo de la izquierda o el desconocido de en medio.

— ¿Te dice algo esta carta? Hay una persona en medio de Horacio y tú, pero eso ya lo sabías, ¿verdad?

—Sí —asiento tristemente con la cabeza.

—Esa es la razón principal por la que Horacio te dejó y la respuesta a tu pregunta original. Pero los enamorados también señalan tu futuro inmediato. Se presentarán dos oportunidades en tu destino, dos caminos seductores donde tendrás que hacer una elección de vida que marcará inicios muy diferentes.

La mirada de Valeria se pierde por encima de mi hombro izquierdo como si estuviera consultando con alguien. Volteo hacia atrás pero sólo encuentro a la señora de pelo corto que espera a mi hermana.

—Podrás elegir vivir sola o morir con una persona a tu lado —Valeria llora, pero su rostro mantiene una serenidad impasible, como la de los ángeles. Continúa mientras me mira fijamente a los ojos.— Siempre hay una esperanza de salvación Clara, siempre, por la alineación de las cartas puedo decirte que debes escoger y hacerte responsable de tu elección. Escoge bien por favor.

— ¿Hay algo más que deba saber?

—En cuanto salgas de aquí te sentirás mejor. En cambio yo, no.

Valeria me acompaña a las afueras del café y se queda con la señora de cabello corto para explicarle que no podrá atenderla hoy. Mi corazón late fuertemente, se estrella contra mi pecho como si se quisiera salir, siento cómo mi sangre bombea hasta mi cabeza y estoy a punto de ponerme a llorar, pero en cuanto cruzo la puerta el sol de medio día golpea mis ojos deslumbrándome, una brisa me refresca y se lleva todas las sensaciones lejos de mí, y puedo sentir que la vida es hermosa y que no me importaría morir ahora mismo si con eso no implicara estar sola el resto de mi vida.

Un golpe fuerte me tira al piso, estoy encandilada y no hay aire en mis pulmones, el cuerpo de alguien me aprisiona contra la banqueta, no puedo respirar. Escucho lamentos de dolor que no estoy segura de que sean los míos. Desde la terraza del segundo piso del edificio, alguien grita: — ¡Agustín! ¿Estás bien?— y conforme mis ojos se acostumbran a la luz distingo la cara del hombre más guapo que he visto en toda mi vida.

The End

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