cruzando el pantano

miércoles, marzo 04, 2009

Desnudo en un cuarto lleno de cagada que cubre todo el suelo y parte de las paredes. En el techo también hay un poco de tirol de mierda, y yo estoy ahí y debo de limpiarlo. Con las extremidades como palas, acarreo kilos de cerotes y los voy poniendo alrededor mío, como un niño que juega con arena marrón en una playa polucionada, construyendo castillos de heces como los de Gaudí y solo estoy acumulando montañas de lodo humano a mi lado, pero no estoy solo, hay un montón de gente que ha tragado un chingo de caca, la recoge con sus manos y se la lleva a la boca hartándose hasta que ya no les cabe más, la devoraron hasta atiborrarse y ahora tienen que defecar, así que se zurran donde sea, no hay más, es eso, o que sus tripas revienten, así que de sus culos que no huelen a nada en esta habitación cubierta por diarrea semisólida, vomitan y pedorrean sonoramente cerotes como helado de Dany-yo. Pero todos tienen asco, nadie ha estado el mismo tiempo que yo aquí y con sus rostros deformes por la nausea vienen corriendo a mi alrededor, dejando tallones de caca con los dedos de los pies en las partes que he limpiado, mientras vomitan excremento en mi torso y me tratan de alcanzar y me embarran de inmundicia aferrándose desesperados. Y yo los golpeo torpemente pero mis puños resbalan en sus cuerpos hinchados y los araño tratando de apartarlos, enterrándoles mis dedos en sus ojos, y siento como alcanzan la mierda blanda que se fermenta en el interior de sus cabezas, pero ni aun así dejan de cagarse, sus anos vomitan compulsivamente y una vez que se terminaron las heces, excretan bilis y moco y sangre y se meten sus dedos obsesivamente en el trasero que se les voltea como calcetines sudados, quedando esfínteres floreados y desfigurados como el del guey de goatse, destripándose, y yo los golpeo hasta que pierdo la conciencia.



Despierto, y todo es diferente, una costra de caca seca envuelve todo, con mis uñas gordas y sucias como las de un campesino, escarbo en los terrones erosionados, levanto capas de estiércol, debajo de ellas crecen pequeños honguitos y no estoy en ninguna habitación, me rodea un cielo azul como los ojos de Christo, y un prado verde alfombra todo el horizonte como el lugar que aparece en el fondo de escritorio de Windows XP.



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