III
La música de los Smashing Pumpkins hacÃa vibrar el bocho rojo del Chapo. HabÃan decidido irse a un conocido prostÃbulo que se encontraba en la periferia de la ciudad, era un lugar llamado Kaos, es como si el nombre de ese lugar interpretara el significado de la vida de los muchachos.
-“Yo no sé para qué chingados traemos la pistola -opinó un poco preocupado el Oso- Si nos agarra la tira nos va a ir muy mal�-
-“Ooooooo, tu aguanta, no seas joto�- respondió el Chapo.
-“Neta loco, mejor clava la fusca en el asiento del carro. No seas pendejo, ni modo que la metamos al bule. Si nos apaña la chota nos vamos a meter en un pedote, y nuestra intención es pasárnosla chido y sin broncas esta noche�- agregó el Billy.
Pero Chapo, cuando nadie lo miraba, discretamente se fajó la pistola en el pantalón. Se sentÃa con una gran sensación de poder, de seguridad, un sentimiento que nunca habÃa tenido y que no estaba dispuesto a abandonar, de ser posible cargarÃa con la pistola el resto de su vida.
Al darse cuenta de sus pensamientos, esbozó una pequeña sonrisa, como la de un niño, pero más bien parecÃa la enferma sonrisa de un psicópata.
El Chapo era un desengañado, sin ambiciones, sin prejuicios, sin interés por nada, sólo el desmadre, el disfrutar de cada instante como si fuera el último, sin pensar en el futuro y sin recordar el pasado, sin importarle una chingada la vida.
Pero ese era el estilo de vida que eligió, importa poco si fue por las circunstancias en las que vivÃa o por convicción propia, el hecho es que estaba dispuesto a continuar reafirmando, a cada instante, su manera de ser.
PodÃa durar borracho por dÃas sin pararse en su casa, y sin que sus padres le dijeran algo. Después de una tremenda borrachera, él se levantaba al siguiente dÃa como si nada, con un cigarro en la boca y una lata de cerveza en la mano, esperando el momento en que habrÃa de seguir la eterna fiesta de su vida. Las personas pensaban que era un caso perdido, a nadie le importaba mucho lo que fuera de él.
-“¡Qué onda pinche marciano!�- dijo el Chapo a un cabrón que estaba en la entrada del Kaos, era un compañero que tuvo en la secundaria.
-“¡Quiubo pinche Tun Tún! -contestó el Marciano al reconocer a su antiguo amigo- No la chingues cabrón, no me bautices otra vez, desde la secu que nadie me dice Marciano. Qué onda, van a entrar?�-
-“Nooo pendejo, nomás venimos a saludarte –contestó sarcásticamente el Chapo- ¿Qué tal están las rucas de este pinche tugurio?�-
-“Pues aquà estan las putas más buenas de la ciudad ¿Traen dinero? Porque para divertirse necesitan traer una buena lana�-
-“Tenemos suficiente para vestirte de Charro�- Dijo el Chapo
-“Bueno, pues bienvenidos al Kaos. Pásenle, el cover va por cortesÃa de la casaâ€�- Finalizó el Marciano y los acompañó a que tomaran su mesa. El Osos y el Billy se pusieron muy nerviosos cuando los de seguridad intentaron revisarlos. TraÃan escondida un poco de coca en sus pantalones, pero respiraron tranquilamente cuando el Marciano les hizo una seña con la mano y los dejaron pasar sin más problema. Estaban de suerte, y aun más porque quedaron en una mesa junto a la pista donde bailan las muchachas.
Los tambores de la música dance retumbaban en el tÃmpano de los oidos, las luces estereoscópicas eran la única iluminación en el oscuro lugar. Los clientes, la mayorÃa adultos responsables, vestidos de traje y corbata, tomaban de sus tragos mientras que se sobaban sus genitales por encima del pantalón; miraban muy seriamente, con cara de depravados, a las muchachas que se paseaban casi desnudas por todo el lugar rogando por un trago.
Pidieron a la mesera una botella de tequila y refrescos. La cuenta fue demasiado cara, pero como traÃan dinero no les preocupó tanto. Se sirvieron sus bebidas bastante cargadas para no gastar más dinero en las sodas.
-“Ahorita vengo, voy al baño. Oso, pásame el perico que traes�- Dijo el Chapo. El Osometió la mano en el bolsillo del pantalón y le dio la bolsita con coca.
-“¿Que onda? ¿No quieres ponerte?�-
-“No güey. A mà el güiri casi no me gusta�-
-“Ponte nada mas un poco, para aguantar machÃn con las morrasâ€�-
-“Sobres pues�- y se fueron al baño.
Cuando regresaron, el Billy les pidió la coca y se fue al baño. El show de las stripers era fenomenal. Subieron a la pista dos personajes vestidos como monjes de un monasterio medieval con una antorcha en sus manos; después de la presentación del Dj, puso una canción de Rob Zombie y empezaron a salir llamaradas de fuego por los bordes de la pista y los encapuchados se despojaron de sus hábitos, mostrando unos cuerpos divinos. Eran dos muchachas que apenas sobrepasaban la mayorÃa de edad. Comenzaron a bailar frenéticamente, moviéndose de manera excitante. Conforme iba pasando la canción, las muchachas se quitaban más ropa, mientras que se acariciaban los pechos y su vientre como si se estuvieran masturbando. Eran increÃblemente sensuales, en realidad era bastante extraño encontrarse en un lugar donde hubiera tantas mujeres desnudas y hermosas. Todo el mundo estaba muy atento, esperando el momento final en el que quedarÃan totalmente vestidas. Las muchachas hacÃan maniobras casi imposibles en los tubos que habÃa al final de la pista, subÃan muy alto por los tubos y después se dejaban caer de cabeza tan sólo sostenidas con sus piernas.
-“Ahora sà Oso, por fin ha llegado el momento en que vas a perder el quinto. Nosotros te pichamos a la vieja que quieras�- Dijo el Billy que regresaba del baño, en tanto que observaba entretenido el espectáculo de mujeres, fuego y llamas.
-“No, yo ya perdà la virginidad hace un buen�-
-“No seas pinche mentiroso cabrón. Yo te conozco desde que estábamos morritos y ni siquiera te he conocido una novia�- dijo el Chapo apenando a su amigo.
-“No me crean pues, me vale madre lo que piensen�-
-“Bueno pues cabrón ¿Vas a querer coger o no?�- contestó finalmente Billy.
-“No, pues sÃâ€�-
-“Sobres, ahà viene esa morena, preguntale puesâ€�- Finalizó el Chapo para voltear su cabeza y mirar a la hermosa beldad que venÃa acercándose por el pasillo con sus tacones altos, vestida únicamente con una tanga de terciopelo negro que dejaba admirar las sublimes formas de su anatomÃa. TenÃa aproximadamente treinta años, estaba en la edad perfecta del ser humano, se podÃan apreciar como sus pezones erguidos de color rosa carne contrastaban soberbiamente con la blancura de su piel, las firmes nalgas se movÃan de manera cadenciosa al paso de las largas piernas que marchaban al compás de la música. Su vientre estaba levente abultado y un ombligo redondo atravezado por una aro de plata adornaba su estomago. Su cara era atractiva también, tenÃa unos enormes ojos cafés y los labios grandes y rojos, todas sus facciones eran muy finas, excitantes y su pelo negro apenas rozaba sus hombros.
Era realmente de ese tipo de mujeres que te roban el aliento, de las cuales te enamoras a primera vista.
El Osos se paró enfrente de su paso y le dijo:
-“Hola, te… te… ¿Te gustarÃa acostarte conmigo? Traigo dineroâ€�- A lo que la hermosa morena respondió:
-“Primero bañate galán�-
El billy y el Chapo se cagaron de la risa de su amigo.
La muchacha se fue carcajeándose y se sentó en la mesa de al aldo con un grupo de juniors que querÃan divertirse esa noche. Se sentó en las piernas del que mejor venÃa vestido. Era un muchacho alto y rubio que se arreglaba muy bien, con ropa cara, limpia y sin arrugas, era un niño rico y bonito.
Ella platicaba al oÃdo y volteaban a ver al Oso para después soltarse a reÃr, era demasiado obvio que se burlaban de él.
El Oso se sentÃa muy ofendido, no era suficiente soportar la humillación que la puta le habÃa hecho, ahora también tenÃa que soportar las burlas de unos desconocidos. Enojado se paró y les dijo a la mujer:
-“No tienes por que estarme humillando de esta manera�-
-“¿Qué estas diciendo? Exijo que le pidas perdón a la señorita, esa no es la forma de hablarla a una dama�- respondió de manera altanera el joven de la ropa fina.
-“¿Dama? No seas ridÃculo fingiendo ser educado, ella esta a veinte años de haber sido una señoritaâ€�-
-“¿No vas a disculparte? Pues entonces te voy a obligar a hacerlo�-
El Chapo inmediatamente metió la mano a la cintura para sacar la pistola pero Billy dándose cuenta de sus intenciones le dijo:
-“Chapo, tú quédate aquÃ, no te vayas a meterâ€�- al tiempo que caminó impetuosamente a donde se encontraba el güero y le gritó:
-“Bueno ¡¿Qué te pasa pendejo?!�-
-“No, pues que el cabrón de tu amigo que…â€�- Junior no habÃa terminado de decir su explicación cuando Billy ya le habÃa soltado un violento golpe que le dio justamente en la boca nublándole la vista. Seguramente le tumbó más de un diente.
El güero, atarantado por el puñetazo, quiso responder la agresión y tiró un débil y lento manotazo al cuerpo de Billy, quien lo esquivó fácilmente y respondió con otro derechazo que se impacto otra vez en la boca de su rival, tumbándolo al suelo y enseguida lo tupió a patadas sin importar dónde lo golpeara, donde cayera el chingadazo era bueno.
El otro suplicaba –“En la cara no, por favor, en la cara no, ya no me pegues, por favorâ€�- escupiendo sangre y babas al hablar y produciendo unas asquerosas burbujas sangrientas en sus orificios nasales cuando respiraba. Toda su fina ropa estaba bañada en sangre. Y el Billy seguÃa pateándolo con saña.
Los amigos del rubio se apresuraron a ayudar a su compañero.
Una silla se estrelló en la espalda de Billy quien dejó de patear a Junior para sobarse la espalda y enfrentar a sus agresores. El Oso no era buscapleitos, no solÃa pelear, pero no soportó ver como golpeaban a su compa y armándose de valor entrà a la pelea, pero los otros eran muchos más. El Osos le tiró una patada a las costillas al que traÃa la silla y le dijo –“¡Con las puras manos cabrón!â€�- la respuesta fue una lluvia de puños multitudinaria que parecÃa venir de todas partes e hicieron que el Osos cayera rápido al suelo donde recibÃa una cruel paliza.
Billy estaba entretenido surtiendo de chingadazos a dos tipos, cuando de reojo se dio cuenta de que al Osos lo estaban contoneando y corrió a ayudarlo. Llegó dando secos puñetazos en las nucas de los tipos que le daban las espaldas y que entretenidos, golpeando rabiosamente a su camarada, no notaron la llegada de Billy furioso. Por cada puñetazo caÃa un tipo al suelo.
Pero ellos eran más y también estaban inmiscuidos en la bronca el personal de seguridad del lugar. Asà que pronto tumbaron a Billy y comenzaron a desquitarse despiadadamente con los caÃdos.
El Billy y el Osos recibÃan la tunda de su vida, tirados en el suelo y ya sin fuerzas para levantarse y continuar pelando. La sangre escurrÃa de sus bocas, sentÃan la cara hinchada y algunas costillas rotas. Sus pensamientos eran confusos, como si estuvieran en un remolino que los iba a llevar al desfallecimiento. Es difÃcil decir que sintieran dolor puesto que permanecÃan tiras sin responder ya a los golpes.
Pero de repente se vio una luz como la de un flashazo, una muy diferente a la que cualquier foco del antro pudiera iluminar, acompañada de un poderoso trueno que ensordeció el lugar y una pestilencia a azufre que parecÃa venir del mismo infierno. Todo enmudeció, la música dejó de sonar y todos volteaban a ver para todos lados asustados, desconcertados, todo estuvo en silencio durante un instante, era un trueno que no era parte de ninguna canción, un resplandor que venÃa del revolver y que completaba el trágico destino que venÃa acompañada con la caja.
Y una sombra cayó. Y durante un momento todo fue confusión, los gritos y llantos inundaban el lugar:
-“¿Qué pasó?�-
-“¿Está herido?�-
-“Van a ver esos cabronesâ€�- Frases de venganza, de odio, de incertidumbre, de lamento. Estas expresiones se podÃan escuchar por todas partes. Las muchachas corrÃan llorando a sus camerinos, histéricas, descontroladas, sin importarles tapar su desnudez, algunos clientes se escondÃan bajo las mesas, otros se quedaron parados sin saber qué hacer. La gran mayorÃa se amontonaba a la salida, todo pasó muy rápido.
Aprovechando el desorden, el Chapo, el Osos y el Billy, que medio se repusieron, ya estaban en el carro mal heridos. Lograron escabullirse entre la multitud.
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