No me hables recio carnal que ando bien erizo, siento que la cabeza me va a reventar guey. Es que no sabes, he tenido unas broncas gruesísimas y anoche le pegué macizo al perico, al toncho y a la mota para alivianarme.
Todo estaba re bien, con mi morra, con el jale y con mi morrito, pero dónde a mi chava se le ocurre meterlo a un kinder bien acá, bien pipirisnais. Yo le decía que nel, que para qué nos revolvíamos donde no toca, pero es bien aferrada guey, y fue y lo metió. Hasta eso todo estaba bien, pero hace como un mes mi morra me empezó a ajerar, que chale, que el cumple de mi chavito, que las piñatas y que iba a invitar a los compañeritos y yo pensé, bueno pues a talonear duro. Me puse a darle al pincel y la neta me salió un cuadro naif, acá bien chingón, ya ves que es el estilo que se me da, y dije, con éste la libro. Luego le eché un fonazo a mi compa el Meño que es como quién dice mi representante, pero no, la neta es el que me acomoda lo que pinto; a veces los vende, a veces los cambalachea, pero esta vez pasó un resto de tiempo y nada de Manuel, y yo mortificado, sin luz para la perchita. Un día antes de la fiesta, ya cuando no hallaba la salida, me habló el Meño y me dijo, oye Ruché, hay un ruco que nos da unos pollos por el cuadro, cómo vez. Órale, ya vas, le dije, y pensé por dentro, ya la hice y en la noche le platiqué a mi morra, nomás encárgate de la ensalada, lo demás está hecho.
El mero día de la fiesta del niño, empezaron a llegar los invitados, bien pepones, acá, con sus zapatos bien boleados y relojes finolis, como de orégano y con todos sus morritos de chor bien cambiaditos y toda la cosa y desde el llegón se nos quedaban viendo así, como raro, como si se les fueran a llenar de tierra los zapatos y yo pensaba, no mames en qué broncas me metes pinchi Rosy, todo por andar queriendo meter al chavo donde no debes y pues allí estaba yo, con los invitados llegando y frío de los nervios carnal y yo por quedar bien le dije a la Rosy, fuete para que oyera, veles sirviendo la ensalada, ya no tardan en llegar los pollos. En eso me llama mi cuate al celular y que me dice: oye, aquí estoy con el cliente y que qué onda con el trueque del cuadro por los pollos, y yo: ya te dije que sí carnal, es más ya estamos esperando los pollos, apúrate con ellos y cuando colgó me quedé pensando: orita que lleguen les ponemos en la madre entre todos, nos van a tocar como de a cuatro piezas por choya y mi morra muy platicadora, repartiendo la ensaladita. Fui y le avisé: Ya viene la jama y me puse en la puerta a esperar y ya hasta el mucho rato llega el Meño con sus pinchis pollos, venía contento porque según él me había alivianado, que había hecho el trueque, así le dice el guey al cambalache, por lo que sea, es bien politiquillo el Meño para hablar. En eso le digo: pues tráetelos para acá padentro, para empezar a repartir, y me dice: no Ruché, mira ven, acá pafuera. Salí y afuera voy viendo, pollos vivos, en una jaula grandota: No manches, así no Manuel, y él me decía: Qué tiene carnal, son pollos, es comida, orita nos los comemos. Sí pero había que darles gas y la neta yo soy bien zacatón, pinchis pollos allí se me quedaban viendo, como tristes, como diciendo: dame chanza carnal, de irme a mi casa. No mames guey, le dije, así no, esta bien que haigas hecho el cambalache pero llévate tus pollos. Así estamos bien. Se agüitó el batito. Qué tiene, me dijo, yo te pregunté y estuvistes de acuerdo, además los animales valen una feria, orita les damos cran y papas. Sí, estuve de acuerdo, valen una lana, pero tú sácaselas, por mí no hay pedo, ya total así está carnal, ya estuvo. No te agüites conmigo mi Ruché me decía. No Meño, no me agüito, lo que me saca de onda son tus pollos, la neta me dan lástima, ya llévatelos carnal, así estamos bien y mi ruca allá adentro, con los invitados, dándoles pura ensalada y se nos quedaban viendo como feo, como si fuéramos gente rara. El Meño andaba ondeado y se aceleró. Que se encabrona y que suelta los pollos en la fiesta. El voladero de pollos y los chamacos encantados, les valieron madre las piñatas, ya ni las pelaron, y hasta los jefes de los chavitos estaban divertidos. Ya tarde se fueron sin quebrar las piñatas, todos empolvados los jefes con los zapatos llenos de tierra, pero se veían contentos y sus chavitos con las rodillas raspadas pero contentos también, pero desde ese día mi morra me la hizo de pedo, quesque por la vergüenza que le hice pasar y me corrió del cantón y no habla al celular ni nada. Y no me deja ver al Ruchín, y yo pues, uno tiene su orgullo y digo: que se quede con el pinchi niño, total yo busco con quién hacer otro, pero eso digo carnal, la neta es que siento bien culei, y me agarra así como una tristeza gacha, tumbadora y cuando ya no aguanto como ayer, voy y le pego a tocho morocho, pero eso sí, a mi casa no voy, ni que no tuviera yo vergüenza.