Treinta y uno (segunda parte)

martes, junio 21, 2005

Guadalajara 1973.
?La única salida válida es tomar las armas, la cerrazón del gobierno ha demostrado que no hay espacios para la lucha democrática.
?No camaradas, la solución es la organización política del pueblo, la movilización ciudadana. La revolución es la última instancia, no la primera.
? ¿Y que me dices de los compañeros que cayeron en Tlatelolco?
Isabel bostezaba al escuchar tanta insensatez antes de despegar sus ojos de Óscar, quien daba largos tragos a una caguama mientras armaba, ensimismado, un cigarro de mariguana. Ellos estuvieron ahí, Isabel cargó muertos en noche oscura y lluviosa del 2 de Octubre. Ahora se veía cansada. Al fondo sonaban corridos de protesta (Victor Jara). Yo no podía hacer otra cosa que mirarla a ella.
?¿¡Ustedes qué chingados saben del 68¡? Yo vi a compañeros muertos en las calles del DF, mientras que los putos de la FEG estaban más interesados en agarrar un hueso en el gobierno que en la verdadera lucha estudiantil, ¿y ustedes que hicieron para apoyar al movimiento? Al final se salieron con la suya cabrones ya que la U de G fue la única universidad publica que no se sumó a la huelga de la UNAM, ¡De veras que quisiera ser como ustedes pendejos pequeños burgueses! ¡Con sus pinches revoluciones de café!? Dice Óscar, exaltado, provocando el desconcierto de todos los que estaban en su departamento, pensé que en cualquier momento iba a sacar la fusca que siempre cargaba.
?Pero no te emputes carnalito que nomás haces berrinches. Tú y yo ya hemos hablado de esto antes y sabes que nomás nomás no van a llegar a nada. Además, esto es una fiesta, la política vale verga ahorita. Dejen la grilla aunque sea un ratito que hoy es año nuevo y nos vamos a poner bien locos? Dijo mi hermano quien de inmediato fue alegremente al lado de Óscar para encender el cigarro que sostenía firmemente entre su dedos.
Conocí a Isabel cuando cursaba mis estudios en la Preparatoria de Jalisco (que ahora es la Prepa Uno), ella era mi profesora de Ciencias Sociales. A pesar de que tenía 17 años no me atrevía a ir solo a las reuniones de la liga, muchos de los camaradas, como Óscar, llevaban armas fajadas en la cintura y era un ambiente bastante denso, pensaba que era por eso que Pedro siempre se hacía del rogar para llevarme con él.
Admiraba a Isabel por sus ideales, por todas las cosas que me decía sobre la justicia social, la democracia y el imaginar un mundo donde todos fuéramos iguales, y yo no sabía si me había enamorado de ella o de todas esas cosas de las que me platicaba. Yo maliciaba que Pedro iba a esos grupos sólo por el desmadre, para fumar mota y cotorrear con Óscar, para sentirse revolucionario y escuchar música prohibida por el régimen de Echeverría (quien había emprendido una cacería de brujas contra todo lo que fuera color rojo o sonara a Rock and Roll).
?Hey, mejor pónganse a los Beatles maestro, esos batos son la onda, ya estuvo de música culturosa.
?Clarines johi, ahísta el tocadiscos para que se reviente con ?los bichos?? dijo uno de los compañeros que fumaba ansiosamente? ?además dicen por ahí que el Olivares está desaparecido porque fue secuestrado por los putos de la DFS (Dirección Federal de Seguridad), que lo torturaron metiéndole clavos en las rodillas y en los hombros y luego le dieron crán estallándole la cabeza bien gacho, así que tenemos que andarnos con mucho cuidado?
?Ey cabrones, neta, ya bájenle de huevos que el morrito está dormido? Dijo Óscar para poner fin al alegato de los compañeros de la liga. Isabel parecía perdida entre el humo y toda esa palabrería. Me acerqué a ella y le dije:
?Toma, este regalo es para Federico. Mañana es su cumpleaños ¿verdad?... ¿Estás bien?
?Sí, es sólo que comienzo a hartarme de todo esto, la cosa cada vez está peor y yo ya no estoy en condición de seguir en estas ondas.
?Pero si tú eres la líder moral de esto, de hecho yo sólo estoy aquí por ti? Ella se quedó callada mirando a Óscar con sus ojos negros profundos.
?Acompáñame, vamos a tomar algo de aire? Y me llevó afuera del departamento en la desolada avenida la Paz.
?Todo se ha corrompido. Lo que comenzó como una revolución ideológica ahora está manchada de sangre y parece que esto es sólo el principio.
?Sí, pero tenemos que hacer algo, no nos podemos quedar con los brazos cruzados.
?Pero ve a dónde hemos llegado. Tú no sabes porque estás chico para entender todo esto, los compañeros y Óscar están planeando hacer no sé qué tantas cosas y yo no quisiera que tú te metieras Horacio. Cada día es la noticia de un camarada desaparecido, secuestrado o preso en las Islas Marías, y toda esta violencia sólo genera más violencia y yo ya no quiero formar parte de esto. He pensado que tal vez la revolución está dentro de nosotros, que primero tenemos que cambiar nuestras cabezas para después cambiar al mundo? y miró al cielo que en esa noche estaba inundado por una bruma gris que lo hacía tristemente oscuro, pero en sus ojos pude sentir, inevitablemente, esperanza y sonrreí. Sin darme cuenta le dije:
?Isabel, no sabes cuánto te amo.
?Lo sé Horacio, sí lo sé? contestó sin voltear a verme. Continuaba con los brazos cruzados y la vista fija en el oscuro cielo.
Me sentí familiarmente apenado, con una sensación extrañamente familiar, pero no pude hacer nada, desearía regresar en el tiempo y quedarme con ella. Esto ya me había ocurrido antes. Cuando me doy cuenta de esta sensación intento hacer algo para romper el recuerdo, regresar a la desolada calle con Isabel, pero soy como un fantasma atrapado dentro mi mismo cuerpo, y subí al departamento a buscar a Pedro, pero lo encoentré en las escaleras abrazado fuertemente de Óscar quien entre lágrimas le dice:
?Isabel esta embarazada otra vez y todo parece que se va a ir al caño, la lucha, los camaradas, lo de nosotros.
Un impulso eléctrico sacude mi cuerpo y caigo en un espiral que me lleva a otra parte.

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