Odio el Sushi

jueves, junio 08, 2006

Me caga su sencillez que raya en lo insípido. Pescado o mariscos crudos, arroz y alga son los ingredientes principales ya sea en forma de rollo, cono o según la ocurrencia del chef, auque claro que también se le pone aguacate, queso filadelfia, pepino y su aderezo de salsa de soya y ya, es todo, por supuesto que se pueden hacer todas las combinaciones posibles (el aguacate por fuera, empanizados, la alga por dentro, etc) pero básicamente es la misma gata pero revolcada.

No sé por qué el sushi tiene ese aire de comida cosmopolita y para impresionar a una chica basta con llevarla a un buen sushi bar. Una de las razones por las que odio el mentado platillo es por su carácter de botana. Platos de porciones pequeñas que son digeridas por el organismo rápidamente. Oh que idea tan distinta sobre la comida nipona a la que se implantó en mi cerebro gracias a las caricturas japonesas donde gordos glotones con una burbuja de moco saliendo de sus narices, deboraban los delicioso platos de tallarines y demás manjares dignos de un emperador, sin embargo, la mayoría de los mexicanos lo único que conocemos son los desabridos rollos (makizushi), comida por demás snob y culturosa.

Sin embargo, ayer fui invitado a uno de estos Sishi bar, la decoración estilo lounge como en esas horribles películas de Mauricio Garcés, Gotan Proyect como música de fondo y un chef oriental preparando toda clase de platillos justo en nuestra mesa. Oh Batio, que delicia fue todo aquello, conocí la enormidad de la comida nipona, desfilaron en mi paladar gran variedad de platillos extraños, mientras mis acompañantes hablaban acerca de sus servidumbres indígenas hidalguenses, la aportación de Joaquín Cañedo (Mortiz) al desarrollo editorial de México, la homosexualidad como redefinición de los géneros en los albores de nuevo milenio (y por supuesto, salieron a la luz muchos nombres de la rancia intelectualidad tapatía) y demás temas donde se utilizó infinidad de veces la palabra “ladino”. Ya se imaginarán, gente de la sociedad tapatía en toda su expresión.

Yo no tenía nada que decir, me dediqué a zampar todas esas delicias de nombres impronunciables (inaprendibles mejor dicho) mientras me emborrachaba descaradamente con la horrible cerveza Sapporo (que aunque sabe fea, empeda igual) y lo mejor de todo ¡Fue Gratis!

Rectifico: Amo el sushi (gratis)

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