Maggi. El asesinato del alma.

jueves, octubre 14, 2004

Maggi camina pensativa por la calle, despacio, como si arrastrara un enorme peso tras de sí. Al llegar al parque, se sienta sobre una banca y lleva las manos a su cara.

Hubo un tiempo en que pensaba que su conducta era ejemplar, que era un modelo para sus hijos Obed, Alan y Carolina, para Chelo, su madre, y sus hermanos de religión. Hubo un tiempo en que creía merecer todas las cosas y todo el amor del mundo al haber sacrificado tantos años de su vida por su familia, pero ahora se desmorona con los ojos inundados en lágrimas, levanta su rostro y dice en voz baja, hablando como para sí misma:

-“Hoy renuncio a los Testigos de Jehová ya que no me he apegado a sus lineamientos, sino que he hecho todo lo contrario. He sido de varios hombres buscando únicamente sexo habiendo encontrado mi perdición. Actuar como piensas ¿A eso se le llama ser congruente, no?�-

Hacía un año que Maggi comenzó a frecuentar restaurantes, centros nocturnos, bares y discotecas buscando salir de la rutina.

-“Me he prostituido en todos los sentidos, he sido capaz de insinuarme a los hombres y cambiarme de una mesa a otra solo por una bebida, unas caricias pasajeras o sexo express. He mentido a todas las personas que creían en mí, y con tal de salir a divertirme he dejado a mis hijos solos y desprotegidos, con el único resguardo de la llave en el cerrojo y en ocasiones desesperadas, los he cargado conmigo dejándolos en la camioneta, mientras yo entraba a los antros a distraerme un rato. Soy un asco de persona�-

El cielo comienza a nublarse sepultando un sol moribundo. Las sombras del atardecer la envuelven vistiéndola de oscuridad, escondiendo su rostro lleno de vergüenza y lástima.

-“Sé que no tengo justificación, pero hay algo que no funciona en mi, algo que está fuera de mí, como una fuerza maquiavélica que me impulsa a actuar como lo hago y es como si yo misma no me aceptara o perdonara. He practicado el sexo con desconocidos en baños públicos sin tomar la precaución de usar el condón y esto me ha traído consecuencias ginecológicas. Me siento como si fuera una pinche cínica. Sé que he defraudado a mucha gente ¡¿Qué más da?! Yo estoy defraudada de mí misma.�-

La lluvia cae del cielo acompañada de truenos y relámpagos. La gente que está en el parque corre buscando no mojarse. Maggi se para cerrando fuertemente sus puños, hablando a voz más alta, casi gritando, mirando la tormenta como si le hablara a Díos.

-“Nunca más volveré a ser una reprimida, seguiré viviendo como hasta hoy, aunque esto signifique el asesinato de mi alma. En el pecado llevaré la penitencia. Y quién esté libre de pecado que tire la primera piedra�

La lluvia lava su cara que sonríe resignada, cuando Maggi regresa a casa para preparar la cena de sus hijos.

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