Un Día (parte 2)

martes, octubre 11, 2005

Bueno, ya que les estoy platicando de Toñita dejen les digo cómo es: es chaparrita, delgada, tiene las chichis medianas y está chida de las nalgas, además habla con un ligerísimo acento extranjero que hace que su voz suene sexy. Pero lo que realmente me vuelve loco es su cara, sus grandes ojos ocultos bajos los párpados rasgados, unas pecas adornan la punta de su nariz y su cabello que huele como a chicle de fresa, es de veras como un ángel. Dicen que se parece a esas chicas que salen en las caricaturas japonesas, a mí me parece que brilla con luz propia, como el sol.

— Es cierto, Neto me dijo que te iba a encontrar facilísimo

— ¿Y para qué me busca Neto? ¿Le pasó algo o qué?

— No, no, lo que pasa es que me pidió que te recogiera para ir a la escuela de Paty.

— ¿Para qué? Lo último que quiero es volver a pisar una escuela otra vez- Se rió más aguevo que de ganas y me dijo:

— No ¿Cómo crees? Simplemente queremos que estés con nosotros.

Me preguntó si traía carro y le dije que sí, que traía un Mercedes Benz de 24 plazas con todo y chofer, pero que me cobraba cada vez que me subía. Hizo como que se reía de nuevo y me dijo que traía el Honda de su mamá y como no tenía nada mejor que hacer, me fui con ella.

Veníamos cotorreando muy a gusto en el camino, platicando sobre cosas sin importancia que en el momento parecían muy trascendentales y que ahora ya no recuerdo porque Toñita no maneja muy bien que digamos. Íbamos emputiza y se les metía los carros impudentemente, yo estaba nervioso. En el estéreo sonaba música como la que ponen en las películas de acción y más que dirigirnos a algún lugar, parecía que la policía nos perseguía.

Llegamos a la facultad y subimos a la azotea, ahí estaban todos mis amigos Neto, Chicles y Paty tomando unas latas de cerveza, platicaban y fumaban unos cigarros sin filtro que olían medio raro, Neto me gritó en cuanto me vio:

— Que chido que viniste Zónico, sabía que Toña te iba a encontrar bien fácil, le dije que ibas a estar en las computadoras o tirando la güeva en los jardines ¿Verdad?- Jejejejeje, me da risa porque a veces parece que Neto me conoce mejor que yo mismo.

Toñíta se sentó a un lado de Paty y los demás en la cornisa al borde del edificio, sus pies colgaban hacia el patio central. Paty estudia en la facultad de artes plásticas y es una morra super buena onda, además está super buena. Es güera y tiene los ojos claros y todo el mundo le tira la onda, a lo mejor por eso nosotros somos sus únicos amigos verdaderos, es decir, ella conoce a mucha gente, pero nosotros somos los únicos que no quieren llevársela a la cama. Parece modelo y se viste con todas esas cosas que están de moda, si ustedes la vieran pensarían que es muy fresa, pero es sólo su apariencia ya que cuando platicas con ella te das cuenta de que es alivianada, realmente cool.

Yo no fui con los demás porque me moría del miedo por la altura del edificio, bueno, lo que pasa es que me asustan las alturas y para distraerme, mejor tomé una cerveza y me puse a mirar las torres de la catedral que sobresalían sobre las demás construcciones. También vi otras iglesias y edificios que nunca me había fijado que existían o lo chingonas que estaban. En el techo había más salones de clase, todos vestidos por pinturas que los mismos estudiantes hacen, algunas de contenido social, imágenes futuristas y otras eran francas pachecadas que no tuve la “sensibilidad artística” para entenderlas. Paty había hecho un mural donde un hada con ojos rasgados y alas de libélula encendidas en llamas, bailaba sobre una flor en un bosque verde lleno de luz. Aquella pintura era realmente hermosa y ahí estaban todos mis amigos, yo, sin hablar, me sentía muy bien con todo lo que me rodeaba y no necesitaba decir nada porque no era necesario. A veces creo que en momentos como ese, las palabras no alcanzan a describir todo lo que pasa, todo lo chingón del mundo. El sol empezaba a meterse en un disparate de colores rojos, naranjas y amarillos que se parecían a los de los murales y entonces nos pusimos en marcha hacia ningún lado. En el carro de Toñita puse una canción de los Beatles y todos cantábamos a gritos: “We all live in a yellow submarine, yellow submarine, yellow submarine…”

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