CHOCO 13

lunes, octubre 03, 2005

Era algo muy raro, nunca nadie había visto así al Choco, mostrándose, compartiéndose; siempre era el mismo mamón, siempre contento, siempre tratando de fingir que estaba de buen humor, mientras que en realidad bien podría estar pensando en suicidarse. Y finalizó con estas palabras.

-“Pero es que ya no aguanto más. No puedo dejar de pensar en ti, todo el tiempo, el primer pensamiento de la mañana es APRA ti. Me importas demasiado”-

-No sé qué decirte…”- Dijo Mónica y guardó silencio, pensando durante un largo rato; mirando los dedos de sus manos, con una mirada muy profunda, como si su mente se encontrara viajando por todos sus pensamientos y recuerdos que la confundían, sus sentimientos se revolvían, porque Mónica, a pesar de haber rechazado al Choco en varias ocaciones anteriores, siempre se había sentido atraído por él; un rebelde y guandazo (un despreocupado total que por ningún motivo sería aceptado por sus padres y hermanos en su casa, pero que sin embargo, la tentación de lo prohibido la fascinaba, el saber que sus padres odiarían al Choco la excitaba, como si fuera Eva seducida por la tentación de la manzana prohibida.

De repente se vio en sus ojos el resplandor de la conciencia que volvía a su cuerpo, y con los ojos húmedos y cristalinos a punto de llanto a causa de las sensaciones que la inundaban y que angustiaban a su espíritu, le dijo:

-“¿Por qué me haces esto?”-

-“No quiero que llores, y mucho menos por mi causa; sólo quiero abrazarte y después alejarme de tu vida, que no vuelvas a saber de mí nunca más; porque no podría soportar verte llorar otra vez por mi culpa y si permanezco a tu lado, te voy a ocasionar mucho dolor y sacrificarás demasiadas lágrimas en mi nombre, por alguien que no vale la pena. Pero quiero que sepas siempre que tú eres mi inspiración, que cuando no estás conmigo la locura se apodera de mí y hago muchas pendejadas, no hallo mi estado de ánimo, no hallo donde poner los pies y cuando te veo me avergüenzo de mí mismo, porque tú eres ejemplar y yo sólo … un maldito perdedor. No creo que quieras algo como yo en tu vida”-

-“¿Y quien te dijo que yo quiero eso?”- contestó conmovida Mónica.

El Choco se acercó y le dio un ligero beso en los labios. Ella al principio no le respondió, pero el Choco seguía besándola cada vez más apasionadamente. Mónica comenzó a ceder, se sentía excitada, no podía creer que una de sus fantasías más reprimidas se estaba cumpliendo. Le empezó a contestar los besos y a aceptar las caricias que el Choco le estaba regalando.

Acariciaba lentamente con sus dedos la cara de Mónica, Ella se estremecía, todavía sentía un poco los efectos de la Mota y se clavaba en las sensaciones placenteras que el Choco le proporcionaba. Se dejaba llevar.

El Choc, viendo que Mónica le daba entrada, comenzó a ir más allá. Frotaba su espalda tiernamente, no era como lo que pasó con Blanca, era algo diferente, con Blanca la cosa fue más pasional, más erótica, más cachonda, pero con Mónica era algo más tierno. Con sus manos recorría su espalda, hasta que tímidamente se animó a acariciar de manera suave sus nalgas. Mónica suspiraba y le entregaba su lengua al Choco, se la metía muy dentro de su boca, pero eso hizo que le entraran nauseas. Él quería controlar esa horrible sensación, su plan estaba funcionando pero su organismo no respondía como él quería y de repente volvió a vomitarse, pero como ya no tenía nada en el estomago, lo único que devolvió fue un líquido amarillento dentro de la boca de Mónica.

Mónica se separó inmediatamente, escupiendo con asco y le gritó:

-“¡Eres un cerdo!”-

Se limpiaba compulsivamente, con mucho asco. El fuerte olor penetrante y amargo de la bilis y el sabor que aun tenía en su boca hicieron que ella también comenzara a vomitarse. Los dos estaban vomitando juntos, a dueto. El Choco le decía:

-“Mónica perdóname, perdo… güa,, güa.. Guacara (Sonido de cuando se está vomitando [Del verbo gomitar]) “-

-“Eres un pinche cerdo… guacara”-

El Meño, Karla y Blanca acababan de regresar y vieron toda esa escena. Los dos vomitando sin poder controlarse y lo único que pudieron hacer fue cagarse de la risa.

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