Un Día (parte 3)
martes, octubre 11, 2005
A Paty se le ocurrió la idea de tomarnos unas cagüamas porque no había nadie en su casa y todavía faltaba un rato para que se fuera a trabajar. El problema fue que al poco rato llegaron unas amigas suyas, unas morras hiper fresas que me caen medio gordas; según ellas son las más populares de su escuela porque se visten con ropa de diseñador que cuesta lo mismo que diez cartones de cerveza, pero la mera verdad sí están muy buenas (las muchachas, aunque las cervezas, pues también), ni siquiera nos saludaron y no dieron muestras de querer platicar con nosotros. Pero no crean que eso me importó demasiado, el día iba muy bien y esas chavas no eran capaces de echarlo a perder ni tantito. Nos metimos al cuarto de Paty a tomarnos la cerveza y escuchar música. Neto y Chicles estaban muy animados tratando de ligarse a las morras, pero ellas sólo hablaban con Neto y a Chicles no lo dejaban decir nada.
Fui a buscar a Toñita y la encontré platicando con Paty en la cocina, hablaban como en secreto, cuando me vieron bajando por las escaleras se echaron a reír, se carcajeaban con mucha felicidad en sus bocas y el pelo de Toñita se movía en el aire despidiendo un ligero aroma a fresa. No sé por qué, pero pensé que estaban hablando de mí, así que me devolví al cuarto, pero luego luego bajé otra vez con el pretexto de buscar una cerveza. Les voy a decir algo. Amo a Toñita, la he amado desde aquel día que la ví. Cualquier persona que me conozca sabe que Toñita es el amor de mi vida (pregúntenle al Chicles si no, y eso que a el sólo lo conozco desde hace unos cuantos meses); a veces salimos a pasear y también a veces nos besamos en la boca y ese tipo de cosas que hace la gente cuando se quiere. Supongo que nos queremos lo suficiente para hacer eso y a veces hasta nos tomamos de la mano como si fuéramos novios. Yo sí quisiera ser su novio pero me conformo solamente con estar cerca de ella. De veras, no es broma, un sentimiento muy puro late en mi corazón, pero nunca me he atrevido a decírselo y eso me da mucho coraje. Como sea, en el fondo creo que ella lo sabe, pero no quiero presionar el transcurso de las cosas. El amor tiene que ser como en las películas para que sea realmente amor, chocar de frente en una esquina y que ella caiga con sus labios muy cerca de los míos. Además no tengo prisa, no me importa ser el primero, el segundo o el tercer novio de Toñita, me interesa ser el último. Paty subió a su cuarto encarrerada echándome una mirada, nos quedamos solos en la cocina, pero a mí no se me ocurría nada qué decir, ahí estaba Toñita mirándome profundamente con sus ojos rasgados y yo mudo como me ha pasado mil veces antes.
— Ay Zónico- Me dijo después de un rato de silencio que me pareció eterno.
— ¿Qué?- Pregunté sin saber qué decir.
— Nada… es que eres tan… no sé…
Parecía que no encontraba las palabras indicadas para llamarme simplemente pendejo. Lo bueno fue que Paty tenía que irse a trabajar y así se rompió ese silencio tan incómodo. No sé si les dije que Paty consiguió un trabajo de mesera en un bar de moda y ese era su primer día, por eso le dimos ride y aprovechamos para tomarnos unas chelas ahí de paso.
Como era temprano y todavía no había mucha gente en el bar, el dueño del lugar se sentó en nuestra mesa a platicar. El dueño es un chavo de unos 28 años que nos recibió con palmadas en la espalda y saludó a las muchachas de manera aún más cariñosa, las abrazaba apretándolas bien fuerte, como si las conociera de toda la vida. A mí me dio coraje que saludara así a Toñita, pero no dije nada.
La conversación estuvo a cargo del dueño, que quién sabe por qué razón empezó a hablar acerca del fin del mundo y de cómo la humanidad se dirigía inevitablemente al Apocalipsis y que éste iba a llegar a causa de alguna explosión atómica. La verdad, yo no creo que el mundo se vaya a acabar algún día, para cuando esto suceda, la humanidad seguramente habrá encontrado la forma de viajar en el espacio y vivir en otros planetas, como pasa en las películas. Pero todos los demás parecían estar de acuerdo, y yo también asentí con la cabeza a ver si por eso el dueño nos invitaba las cervezas.
Los muchachos se quedaron haciéndole la lucha con las amigas fresas de Paty y Toñita me llevó a mi casa. Yo no sé ustedes pero al menos a mí, las cosas pequeñas y sencillas de la vida son las que hacen que valga la pena. En el camino le decía todas estas cosas a Toñita y también le decía que éste había sido uno de los mejores días de mi vida, y me pasó por la mente que tal vez era el momento y el lugar indicado para pedirle que fuera mi novia, sería el final perfecto del día perfecto. Pero no me atreví. Sentí miedo de que me rechazara y que así cambiara la relación que tenemos. Cuando llegamos a mi casa, me metí con la cabeza agachada sin voltear a ver el carro.
Tan tan
(o sea: FIN)