COLABORACIÓN DE MI AMIGA YADEMIRA

lunes, mayo 17, 2004

DESAYUNO

Soñé con una sábana blanca que se arrugaba y alisaba con un ritmo desquiciante. Me desperté empapada de sudor con olor a zozobra y alcohol. Cómo empezar otro día después de haber rebasado todos los límites de la cordura y la sensatez. Apreté con mis manos la cabeza para que desapareciera el dolor de la culpa, mientras con cinismo, mi cuerpo palpitaba recordando tu piel, tu olor, la mirada que por tanto tiempo codicié silenciosamente. Con insistencia morbosa forcé a mi memoria a recrear todos los detalles, roces, palabras, todo lo acontecido ayer, pero el grito de mi madre convocándonos a desayunar, interrumpió mis pensamientos.
Entré a la cocina en donde se combinaban olores a huevo con chorizo, salsa verde y café. El estomago reaccionó ante esto y me provocó nausea. Mi madre dijo algo sobre lo soleado del día y con un guiño alcahuete me preguntó, si en la fiesta había conocido a algún muchacho especial. Casi en un susurro, dije que no tenía hambre. No quería mover un dedo, era imposible actuar como si todo fuera normal, después de haber tomado ese vodka que me puso loca y me transformó en un monstruo lujurioso que se acercó a ti, para confesarte que estaba dispuesta a todo por tus besos, que te amaba pecaminosamente y veneraba cada gesto, cada movimiento tuyo, desde el día en que entraste a nuestras vidas y yo aun era una niña. No podía parar, las palabras se amontonaban y salían empujadas por un río de lava que emergía de mi sexo en búsqueda de salida.
Mientras hablaba, me abalanzaba sobre tu pecho velludo, tú resistías y a empujones me conducías al baño, sermoneando sobre los efectos de la borrachera y de ser joven. Te pedí que mejor me hablaras de tus viajes a Sudamérica, de tu vida de vagabundo; quería que me explicaras como fue que te diste por vencido y renunciaste a tus sueños. Tú me miraste con la tristeza contenida de todos los desheredados del mundo y aproveché ese momento para fundirme en un instante en ese amargura de poeta cansado. Recuperaste fuerza y con fría determinación me abandonaste bajo el chorro de la regadera.

Todavía estoy frente al plato y mi madre se queja amargamente de la poca consideración que le tenemos todos en esta casa. Hoy ninguno se dignó a comer lo que ella preparó con tanto esmero. Mi hermana Camila prefirió comer ese cereal que no nutre nada y Román se ha marchado sin probar bocado. Hace un calor insoportable y yo me sirvo café. Me atrevo a mirar a mi madre que sigue quejándose con ese sonsonete rutinario y obligado. No comprendo Román… la veo con su bata floreada yéndosele la vida y de veras no entiendo. ¿Por qué la elegiste a ella?

Yademira López.




Recuerden amiguitos y amiguitas que aun esta vigente el concurso para que le pongan nombre al la web de la redacción del Zónico Cósmico. Manden sus colaboraciones a nuestros medios de contacto, y si quieren mandar historias de perdición y lujuria como la anterior (o de lo que sea) para que tengan sus 15 segundos de fama a costa de mi inmensa popularidad, pues nomás mándelas y yo las publico. Chido Guan.

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