CHOCO 11
jueves, septiembre 29, 2005
Cuando el Choco regresó encontró a Blanca platicando con Karla y se dirigió con el Meño
“¿Qué onda Machín? ¿Todavía hay birras?”- dijo mientras miraba con un poco de rencor a Blanca.
“Yep”- Contestó el Meño. Agarró una caguama de la hielera y se dirigió con su compa a un tronco tirado que se podía ver desde donde estaban, para sentarse a platicar.
“Se te fue viva maestro”- Dijo el Meño y después tomó un largo trago de cerveza.
“Simón, pero todavía me queda la otra”-
“Primero revívela cabrón, anda es estado zombie (muerta viviente)”-
“Pues mientras tanto, fórjate (pónchate) otro fuete (Toque), yo te cuido la cerveza”-
La verdad es que el Choco ya estaba demasiado High (elevado, trapeado, arriba), pero seguía quemando nada más para hacerse pasar por el chingón que aguanta un chingo. Según él para quedar bien con sus compas, pero el Meño ya le llevaba muchas horas vuelo (El Meño fumaba mois desde que tenía catorce años) de ventaja y era capaz de aguantarle el paso a cualquiera.
-“Ay cabrón ya ando bien arriba -dijo el Choco- Tengo sed, dame chela ¿no?”- Pero el Meño no le quiso dar para que no se sintiera peor.
El Choco de repente perdió la atención, sentía que todo le daba vueltas. Los árboles que los rodeaban se desfiguraban girando en torno de ellos. El Meño le estaba platicando algo, pero el Choco nomás se le quedaba viendo, intentando con todas sus fuerzas entender lo que decía, pero sólo escuchaba sonidos como los de un casete al que un estéreo le está tragando la cinta y veía todas las cosas de forma esférica, como cuando ves en el reflejo de una esfera de navidad, y sostenía débilmente el cigarro con su mano izquierda que estaba colgando. El humo del Churro se le metía en la nariz y sentía que cada vez se ponía más loco. Miraba al Meño hablar, pero sólo lo veía mover la boca. Sus ojos comenzaban a cerrársele y un escalofrío invadía todo su cuerpo. Sentía que se perdía en un agujero negro del cual nunca iba a regresar. El viaje negro.
Aunque dentro de toda esa pálida (máximo punto al que puedes llegar fumando mota, es decir, una hiperpachequiza que por lo general deja malas experiencias que en realidad no son tan malas una vez analizadas después del viaje) el Choco sabía que no era posible que se quedara en el avión, ya le había pasado muchas veces y siempre había regresado.
-“¿Te siente mal?”- dijo el Meño al sacudirle el hombro a su compa.
-“¿Ehh?... …sí, sí quiero chela”-
-“Andas bien pasita (Pasoneado) caón. Mejor vamos a que te jetees”-
-“Simón pues. Pero dame un trago de la cerveza”-
-“¡Cabrón! No dejes el cigarro sin apagar, puedes comenzar un incendio”- (Después de todo al Meño sí le importaba la naturaleza)
-“Ahh perdón, Esque no me fijé”- Lo recogió y se lo pasó torpemente al Meño y éste le dio la caguama.
El Choco quiso chingarse lo que le quedaba a la cerveza de Hidalgo (Que chingue a su madre el que deje algo) pero cuando iba a la mitad comenzó a sentir arcadas (Nauseas) y la guacareada fue inminente. Soltaba chorros de cerveza sobre el suelo; el Meño tuvo que hacerse a un lado para que no lo solpicara. Producía sonidos realmente guturales, se encontraba inclinado con un hilito de baba colgando de su boca.
El Choco en verdad estaba en estado lamentable, casi lo llevaban arrastrando al carro. Incoherencia total. Meño lo acostó en el asiento del copiloto y puso el Abbey Road de los Beatles (Oh yea, all right. Are you gona be in my dreams tonight?) y al ver a Mónica profundamente dormidos dijo:
-“Que onda con estos dos batos locochones. Se paladearon gacho”-
-“Qué bueno que se pusieron así. Tal para cual”- Dijo Blanca con un notorio resentimiento.