CHOCO 9
lunes, septiembre 26, 2005
El Choco caminó un buen y a lo lejos vio la delgada figura de Blanca sentada al borde de la cañada. Se acercó, se sentó junto a ella y le dijo:
“Que onda”- Blanca ni siquiera lo volteó a ver. Después de un largo silencio, el Choco se atrevió a decir lo que pensaba:
“¿Sabes qué onda? A lo mejor voy a parecer un pendejo, pero no me importa, ocupo decirte lo que siento por ti.
“Me gustas un chingo. No puedo sacarte de mi cabeza, te veo en mis sueños, en todas partes; no sé por qué no dejo de pensar en ti, mi mente es una completa desubicación. Desde que te conocí quise llegar lejos contigo. Y a la mera voy a sonar atrevido (mejor dicho vulgar) pero cada vez que pienso en ti tengo una erección. No sabes las veces que me he masturbado con sólo recordar tu imagen”-
no es que el Choco fuera un corriente pelafustán, bueno, sí lo era, pero también era sincero en lo que decía; lo que pasa es que no pensaba mucho lo que decía, simplemente pensaba puras pendejadas y no tenía ningún recato en decirlas.
“¡¿Qué?! –dijo Blanca. ¿Qué estas diciendo Choco?”- después comenzó a reírse por las tonterías que acababa de escuchar.
“¡qué onda? ¿Qué pasa? ¿Por qué te ríes? ¿dije algo malo?”- Dijo el Choco completamente desconcertado porque él estaba hablando muy enserio.
“Nada Choco. Tú también me gustas mucho”- y se le quedó mirando profundamente a lso ojos con una leve sonrrisa, de ese tipo de sonrisas que alegran el corazón.
“Quiero que seas mi novia”-
“¿Lo dices enserio?”- Preguntó Blanca, era el momento que había estado esperando desde hacía algunos días.
“Neta, todo lo que te he dicho es enserio. Me gustas demasiado”- Y fueron las últimas palabras del Choc. Después se acercó lentamente y comenzó a besarla en la boca. Sus labios eran dulces y blandos; Blanca respondió inmediatamente abriendo un poco su boca y dejándo salir su lengua que acariciaba la lengua del Choco. Él la abrazaba y la pegaba a su cuerpo, se sentía cómo se pegaban a su pecho los senos de Blanca. Ella se estremecía como gacela y sentía como sus rígidos pezones querían taladrar la tela de su blusa. Se podía sentir el calor intenso de una hembra en celo. Su vientre se apretó contra el del Choc y éste le dio un pequeño mordisco en el cuello.
El Choco siempre había tenido mucho éxito con las mujeres, tenía algo que les gustaba (no sé que era ese algo, porque nunca me han gustado los hombres, pero tenía pegue con las morras) y siempre anduvo con chavas chidas (Que si bien no estaban buenas tampoco estaban gachas) y Blanca no era la excepción. Sus enormes ojos negros eran como el carbón (Tapatíos), los labios llenos como fruta madura y una hilera de dientes perfectos como perlas que el Choco cubrió con su voraz boca. Mientras acercaba su miembro (Le arrejuntaba el camarón) hinchado y rígido acariciando el vientre en suave frotamiento, le lamió los labios gozadores y le metió la lengua hasta el fondo de la garganta. Blanca respondió chupándole la lengua y luego entregándole la suya, tibia y perfumada con su aliento.