lunes, marzo 29, 2004

El Fin de semana pasado estuve en una fiesta llena de adolescentes de secundaria. A mí no me importa estar en una fiesta llena de personas inmaduras, de hecho, en ocasiones hasta me parecen más divertidas que las clásicas pedas con los güeyes de mi edad.
A la mejor pudiera parecer que de alguna forma soy una especie de sanguijuela (iba a ponerle vampiro pero preferí no adornarme) que se chupa la juventud de los morritos, pero sinceramente, disfruto mucho estar con la chaviza (Chin, decir Chaviza es un término que utiliza la Momiza). Tal vez sea porque vivo otra vez mi adolescencia a través de ellos o porque su ingenuidad purifica mi inocencia manchada por el paso de los años. Dicen que la juventud es un estado mental pero yo no creo que eso sea cierto, los años pasan y pesan y no hay nada que uno pueda hacer al respecto.
La música se programaba desde una computadora y las niñas bailaban entre ellas, mujeres con mujeres mientras que los chavos jugaban carreras tomando cerveza sin hacerles mucho caso a las muchachas. Grupos de morros entraban y salían sin poder quedarse en un mismo lugar durante mucho tiempo, como niños inquietos.
Sin embargo, a lo que iba con este post era a que las fiestas al estilo Jalisco consisten en combinar de manera indiscriminada música de banda, norteña y ranchera, con rock, pop y electrónica. Yo no sé si en otros lugares será igual, pero en Guadalajara no existe ningún problema en pasar del Grupo Límite a Evanesens.
Yo recuerdo que cuando estaba en la secundaria los rockers escuchaban rock y nada más, y los banderos banda y todo estaba perfectamente bien delimitado y las reglas eran claras.
Fui a la computadora a poner algo de música, no puse necesariamente la música que quería escuchar, pero programé unas cuantas canciones que estuvieran a tono con el ánimo de la fiesta, algo de los Red Hot Chilli Peppers, Beck, Audioslave, Rapture y música relativamente actual, pero mi sorpresa fue mayor cuando una chava se acercó a decirme que la música que puse era de anciano y que qué mal gusto tenía y la fregada, la dejé programar y puso inmediatamente a Ramón Ayala seguido del Vale Elizalde y Vicente Fernandez y puras de esas canciones de borrachos y ardidos y todos cantaban a gritos desafinados y las chavas seguían bailando entre ellas tomadas por la cintura y la mano meneándola arriba y abajo como estereotipo de rancherito en un baile durante la revolución.
Yo me fui a seguir emborrachándome y ver a las lolitas como movían las caderas en danzas que dentro de mi imaginación eras lésbicas.
Después de que terminó la ronda de las rancheras pusieron algo de Techno y los bailes seguían.
¿Ese bizarro eclecticismo ocurre en otros lugares de la república?
Y se supone que yo soy quien escucha música de ancianos.
Entonces me fui a emborrachar con las personas de mi edad donde me puse a hablar de música, fútbol, películas y viejas, lo mismo de siempre.

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