martes, junio 15, 2004

Estoy harto, quisiera perderme por unas horas, olvidarme de todo, olvidarme de mí. Tengo un compromiso por cumplir, no me gusta faltar a mis compromisos por más triviales que puedan parecer pero realmente no quiero hacer nada. Antes, ver el fútbol en la tv lograba sacarme de todo pero ahora las Chivas están en la final y si las apestozas pierden me voy a sentir peor, así que salgo en mi carro con rumbo a la primera licorería que encuentre a mi paso.
Compro una botella de brandy del más barato que hay, la destapo y le doy un gran trago mientras hago fila para pagarla. A la licorería entran unos viejos amigos de los que me separé hace mucho, cuando nuestros intereses comenzaron a cambiar, yo quise hacer algo de mi vida y ellos quisieron seguir fumando mariguana, los llamo “los Pachecos� Juan es con el que mayor relación tuve y con el que viví experiencias significativas. Él ahora esta muy flaco, le pregunto qué le ha pasado y con un dejo de tristeza me dice:
-“La pinche mota me esta tragando�-
Al otro le dicen Yanca, él no es mi amigo pero hemos compartido borracheras, lo he visto llorar lamentándose de la vida que lleva y jurar que a partir de mañana comenzará a cambiar y a ser otra persona y en esa ocasión le presté mi hombro para que se desahogara. Sin embargo vamos al parque a fumar un gallo. Le doy las tres de ley y ya estoy por los aires de elevado. Ellos lo consumen todo pero su semblante permanece igual, hablan de puras pendejadas, literalmente pendejadas, es como si se tratara de un episodio de “Seinfield� pero sin gracia, bueno al menos para mí, que si la mosca paso volando, que si ayer se amanecieron en el pedo, que si bzzzzz, bzzzzzz, mi oído decodifica sus palabras en un sonido de un radio sin ninguna sintonía.
Yo me paro enfrente de los dos y comienzo a hablarles de cosas trascendentales, acerca de la necesidad de superarse espiritualmente, de hacer algo de sus vidas, de abrir sus ojos para que se den cuenta de que el camino por el que van no es el correcto y le doy un trago a la botella, el alcohol ha comenzado a entrar en mi sangre y después de que mi cabeza da un par de vueltas me siento como un charlatán, o como un predicador de alguna religión que habla a sus fieles pero que en el fondo sabe que no tiene ninguna autoridad para hablar de eso ya que se encuentra igual de perdido y confundido que ellos.
Sin embargo Yanca me mira fijamente y es como si a él le llegaran hondo mis palabras y me dice –“Si guey, hay signos por todos lados que te dicen si tu vida va bien o mal, neta, yo pensé que era el único que los veía pero ahora sé que no�-
Partimos con rumbo al departamento de Yanca, él es de Sinaloa pero vino a estudiar a la ciudad con su hermana. Yanca abandonó la escuela y su hermana sigue estudiando, ella no se encuentra porque salió con su novio a algún lugar, así que se arma la fiesta, unas cuantas llamadas telefónicas y una multitud comienza a llegar. Yo comparto mi botella no porque quiera hacerlo, sino que me siento algo pedo y quiero seguir fumando mariguana.
Un grupo salimos al patio para fumar otro gallo, fumo, y fumo bastante, salgo a la sala y me siento muy confundido, incomodo, como si algo dentro de mí me dijera que ese no es mi lugar y me tiro en el sofá mirando el techo, de ahí cuelga una lámpara que tiene forma de flor pero la sombra que proyecta en el techo hace la forma de una hoja de mota, jejejeje, me da risa, es como la batiseñal pero de los pachecos, y me siento como si esa proyección nos bañara a todos con tetrahydrocannabinol. Cuando regreso de ese pensamiento, escucho algo de música electrónica que sale de una PC, pero la calidad del sonido es miserable, las bocinas suenan horrible y la música no esta muy chida que digamos, todos permanecemos en silencio en la sala, esto parece muchas cosas menos fiesta, todos estamos colocados y las gracias consisten en que alguien eructó al mismo tiempo que entraba un beat en la canción.
Se poncha otro gallo y salimos a fumarlo al patio de nuevo, fumo bastante otra vez y me tiro al sofá, miro la pachecoseñal y me vuelvo a bañar en THC, es un dejavu eterno, como si me hubiera quedado atrapado en un vórtice espacio-temporal, como en algún capitulo de la “dimensión desconocida�, como si estuviera condenado a vivir el mismo momento y las mismas situaciones durante toda la eternidad. Entro en pánico, esto es una pesadilla, si estoy condenado a repetir el mismo momento una y otra vez ¿Por qué demonios no es cuando estoy cogiendo? O ¿Por qué no la primer vez que me enamoré?.
Me paro inmediatamente tratando de romper el círculo y me despido de todos desde la puerta de salida. Pero al dar la vuelta por el corredor viene llegando Cromo otro amigo de mi antigua palomilla, me saluda con un abrazo mientras me lleva del hombro otra vez hacia el vórtice existencial diciéndome:
-“Guey no mames, hace un chingo que no te veía, vamos a fumarnos un toque juntos, por los viejos tiempos�-
Y aquí estoy otra vez, en el patio fumando, ya no siento el humo y me siento como un fantasma o mejor dicho un recuerdo que se repite dentro de la cabeza de los que están ahí cada vez que alguien lo invoque.
Me pongo a llorar pero sin lágrimas, voy al baño y vomito mi existencia por la boca, vacío mi alma a través de mis entrañas y un líquido negro, viscoso y acre se resiste a irse con el torbellino de agua del escusado. Meto un dedo lo más que puedo en mi garganta pero solo expulso un aliento apestoso, eso es lo que hay dentro de mí. Sin embargo puedo verme hincado frente al escusado, como si mi espíritu volara y ya no me siento mal, como si un momento de iluminación cayera sobre mí y se me revelaran cosas muy importantes que pasan volando por mi mente y no soy capaz de retenerlas todas, lo que sí puedo recordar es que tengo que recorrer mi camino solo, que no va a haber nadie que me guíe y que yo soy el indicado para ayudar a Yanca a que haga algo bueno con su vida. Esa sensación me aterra, ya que no sé que es lo que tengo que hacer, no sé ni siquiera que es lo que tengo que hacer conmigo. Mientras me veo tirado en el suelo del baño salen lágrimas de mis ojos que en cuanto abandonan mi cara se convierten en destellos luminosos, mientras me elevo y me pierdo en la infinidad del cosmos, en la inconsciencia.

Amanezco en mi cama y me siento muy cansado, apenas puedo pararme y mucho menos recordar como fue que llegué aquí, tal vez Cromo me trajo, enciendo la Tv y el noticiero anuncia que las Chivas perdieron el campeonato, voy a vomitar.

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