Un loco fin de semana

miércoles, junio 23, 2004

En ocasiones he llegado a pensar que soy una persona que vive sólo para satisfacer sus necesidades básicas. Desde el lunes hasta la tarde del viernes, mi mente se la pasa preocupada en cosas triviales como cagar, comer y dormir, y cuando llega el fin de semana la cosa no cambia mucho, mis prioridades ahora buscan conseguir alguien a quien coger y emborracharme (sin importar el orden de los factores). Bueno, como sea.

El fin de semana pasado ocurrieron muchas cosas, muchas; sin embargo no sé porque no encuentro la manera de contarlas. Hay veces que pienso que vivo solamente para el blog y procuro que me ocurran cosas chidas para poder venir a contarlas aquí, pero a la hora de querer escribirlas nomás no me salen. O vivo o escribo.

El viernes pasado mis compas Choco y Meño me raptaron para ir a emborracharnos como en los viejos tiempos: club de Toby y peda móvil por partes chidas de la ciudad. Terminamos cayendo al depa del Melcocho donde le dieron mate a una botella de Azteca de Oro y yo me tomé cuatro caguamas que me bastaron para ponerme hasta el culo. Me la pasé vomitando en el baño y una vez que mi estomago estaba vacío, tomé agua de la llave para seguir vomitando.
La neta yo no soy de los que presumen que toman mucho, pero muchísimas veces antes me había tomado 4 kguas y no había pasado nada, yo creo que traía los ánimos bajo.

Al salir del depa, pensé que me iban a llevar a mi casa ya que me encontraba en condición de bulto, pero no. Fuimos por un 12 de chelas y después al depa de un par de morras buena onda a fumar mota.
Fuck, yo no podía ni tomar agua y ahora había que fumar mota. Compré un yogurt y me dio un terrible ataque de hipo, parecía de esos borrachitos de caricatura que a cada rato ¡Hic!, era interrumpido por ¡Hic! el hipo ¡Hic!.

El hipo se me pasó y sacaron el toque, yo fumé nada más para que mis compas no dijeran que era un mariquita, pero no le di el golpe, guardé el humo en mis cachetes y no me resultó nada extraño fingir que andaba pacheco.
Después nos pusimos a charlar en la sala escuchando el ultimo disco de los Auténticos Decadentes (No me gustan esos gueyes) y de repente la plática se inclinó para hablar de Dios, pero pues yo creía que la tirada era otra, así que me acerqué a una de las chavas para comenzar a cachondearla, ya saben, abrazarla distraídamente y tocarla como no queriendo la cosa, cuando, molesta, me pidió que la dejara en paz. Yo indignado, les pedí a mis compas que nos fuéramos de ahí, que cómo se atrevía a despreciarme, a mí, al gran y único Zónico Cósmico, pero al parecer la platica estaba interesante ya que todos me mandaron al carajo.

Al día siguiente (Sábado) esperaba una cruda moral terrible y pasármela metido en la casa viendo TV, pero por la tarde el Tapatío y su novia (Mar) me invitaron a la Fiesta de la Música.
Yo sabía que esa era una festividad que se realizaba en Francia para celebrar el solsticio de verano en donde la música tomaba las calles, pero no sabía que aquí en Guanatos City, desde hace tres años, también lo venían haciendo.
Cerraron la avenida Chapultepec desde Vallarta hasta La Paz e instalaron varios escenarios donde muy variados exponentes (jazz, ROCK, música folcklorica, raegge, techno y experimental) le daban alegría a la calle y a una de la zonas que a mi parecer es de las más hermosas de la ciudad.
Mucha banda chida, es decir, muchas chavas muy buenas y muy guapas y bien vestidas y güeyes, pues igual; buena onda por la calle, todo el mundo pistiando sin que nadie les dijera nada. Además los amigos del Tapatío y de Mar son buen pedo, buena plática escuchando música y tomando coolers de limón en la banqueta, había algo de onda con una de las morras, me tocaba la pierna y me miraba fijamente a los ojos, pero algo me cebó la fiesta, un fantasma del pasado se apareció junto a mí, la sombra de mi peor enemigo cruzó por mi campo visual y me llenó de miedo y esa maldita cobardía que me paraliza.
La ciudad es demasiado pequeña para nosotros dos. Algún día se va a resolver, lo juro.
Me fui a mi casa, prometiendo regresar, pero realmente no sabía si lo haría.

Decidí que ese imbecil no tenía el poder de amargarme el día y por la noche caí en la fiesta bloguera, pero sólo me topé con Link quien estaba solo, chingándose un six de Tecate twist. Me dijo que no había visto a nadie (Pues sí, no conoce a ninguno en persona) y el Chido ya se había ido a bailar banda.
Había varios gueyes tocando en el escenario, creo que todos eran de bandas más o menos conocidas en el ambiente rocker de Guadalajara. Según me dijo el Chido, estaban los de Plástico, Iguana Rose, Rancho Cucamonga y los de Pito Pérez, quienes en ese momento se pusieron a tocar sus canciones.
Toda la banda estaba bastante prendida y había un buen ambiente, muy roquero, el baño apestaba a petate quemado. Después, los de Pito se pusieron a tocar covers y me pareció muy cura, ya que parecía una banda garagera como las miles que hay.

Partí a la Fiesta de la Música de nuevo con un par de caguamas buscando al Tapatío y sus amigos, pero sin andarlos buscando obsesivamente. Pasa algo extraño en ese tipo de situaciones, yo tengo una teoría al respecto. Creo que cuando unas personas están destinadas a encontrarse lo harán sin necesidad de buscarse afanosamente, es como si fueran una especie de imanes que buscan juntarse entre toda la multitud.

Para ese entonces había muchísima gente en la calle. Me recordó a ese capítulo de los Simpsons del día de San Patricio en el que todo Springfield se emborracha en la calle y un camión de Duff rocía a la multitud con cerveza desde una pipa y Bart se pone muy pedo. Había bueyes que hasta traían hieleras y las colas de los Oxxos y 7 elevens daban vuelta a la manzana.
En un pequeño escenario donde tocaba una banda cuyo nombre no recuerdo, pero que tocaron chidillo, me encontré a mis amigos y estuvimos cotorreando muy chido y hasta bailamos todos. Buena onda.
Después fuimos a comprar más cerveza y nos encontramos al vocalista de Plástico quien nos saludó de abrazo y toda la cosa. Es un bato medio hippie que conocía a Mar cuando era una niñita de 11 años y vivían en el mismo fraccionamiento, A mí la neta se me hizo chido que el bato se acordara de ella y estuvo cotorreando con nosotros un buen rato. Antes de despedirse le regaló el sencillo de la canción Bastón, que a mí me parece que realmente aguanta.
Ya era noche y quedaban pocos eventos en la fiesta de la Música. Yo quería irme a ver a los bluseros de la Fachada de Piedra o Fat Cat, pero las morras prefirieron ir a la rave, donde los del Nopal Beat estaban poniendo discos. A mí, si bien no me gustaba el techno, recuerdo que me la pasaba muy bien en las fiestas, me divertía chido y hasta bailaba, pero ahora la neta que no soporto esa música, me parece molesta, ni modo, así es esto del rock and roll.

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